jueves, 30 de enero de 2020


PÉRDIDA DEMOGRÁFICA Y VACIAMIENTO RURAL

Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia

Si al comenzar el siglo XX la población mundial era poco más de la que tiene China ahora -mil quinientos millones de habitantes-, en la actualidad la cifra se ha disparado a siete mil ochocientos millones, según los datos de las Naciones Unidas. Y si entonces Europa representaba el 25%, ahora no llega al 10%, con una tendencia a la caída porcentual preocupante, pues mientras el crecimiento vegetativo de nuestro viejo continente es del 0’4 anual (en la Unión Europea, 0’2%), América Latina tiene el 0’9%, Asia meridional el 1’2%, el Mundo árabe el 1’9% y África nada menos que el 2’7%, a pesar de sus altos índices de mortalidad infantil, debido a sus elevadas tasas de natalidad, como nos muestran los datos del Banco Mundial.
En este maremágnum de cifras, debemos señalar que solamente entre China y la India acaparan el 37% de la población del planeta, con 2.830 millones de habitantes, a los que si sumamos el Continente africano sube a la cifra de 4.150 millones: el 53% del total. Nuestra país, España, con sus cuarenta y siete millones, no representa más de un 0’6%, y casi seis millones de ellos son inmigrantes procedentes del norte de África, Europa del Este y Latinoamérica, zonas en proceso de expansión demográfica y densas salidas migratorias, controladas o no.
¿Qué nos revelan estos datos de cara al futuro? Por una parte, que el área africana en general, el Mundo árabe, Asia meridional y Latinoamérica seguirán creciendo exponencialmente, mientras que la Unión Europea (como también Norteamérica) perderá población propia, a causa del diferente crecimiento vegetativo de sus respectivas áreas. O sea, nosotros somos una población envejecida, con muy poco relevo poblacional, llegando a superar las defunciones a los nacimientos; las áreas “emergentes” o “Tercer Mundo”, por el contrario, tienen una población con altas tasas de renovación, muy joven, con necesidad de encontrar lugares donde desarrollar un proyecto de vida que en sus lugares de origen lo tienen más que difícil.
Por tanto, por un lado va a resultar cada vez más complicado retener los movimientos migratorios de esas áreas que se van superpoblando y buscan acomodo en estas nuestras que retroceden no solo en la participación porcentual sino en las propias cifras absolutas. Por otro lado, el hecho de tener una población propia galopantemente envejecida dificulta nuestro propio desarrollo productivo, por no decir el mantenimiento de la creciente “Tercera Edad”, los jubilados, que cada vez constituirán el grupo más importante de los habitantes del “mundo desarrollado”.
Por lo que a España respecta, en estos días, el INE, la AIReF, la ONU y Eurostat, han indicado que necesitaríamos quintuplicar el número de inmigrantes para sostener la jubilación. Y no únicamente para ello, sino también para evitar la despoblación y convertirnos en un país insignificante dentro del panorama mundial, donde ahora ocupamos aún el puesto número 30 del ranking poblacional por naciones. Pero el resto de Europa occidental no es ajena a esta necesidad, con lo que o ponemos “barreras al campo” y lo dejamos así, de recreo para los pocos que queden, o se abren sus espacios territoriales a una “nueva invasión de los bárbaros (extranjeros)”, que dinamicen y equilibren las pirámides poblacionales, aún a costa del “peligro civilizatorio”.
No creo que la fórmula de “animar” a la población autóctona a tener más descendencia surta efectos. Por una parte, porque el coste de la vida y las perspectivas laborales no están para muchos ánimos; por otra, porque si se alcanza un buen nivel de recursos materiales, hay una tendencia muy extendida en nuestras mentalidades actuales a disfrutar lo más libremente de ello: viajes turísticos, consumo, hobbies, etc. en que los hijos suponen un impedimento que muchos son los que no están dispuestos a asumir.
Y luego está el tema recurrente del despoblamiento rural (que se une al del despoblamiento general en nuestras áreas culturales). España tenía en 1900 un 20% de población propiamente urbana y 80% rural. En la actualidad es lo contrario. Tampoco en ello somos diferentes a la tendencia general de la Unión Europea. Aunque en esto parece que todo el mundo sigue la misma dinámica, si nos fijamos en los datos de las Naciones Unidas y el Banco Mundial: en 1960, el 67% de la población mundial habitaba zonas rurales; ahora es el 45%. Es decir, existe una tendencia generalizada e imparable a la concentración en grandes áreas, metrópolis, conurbaciones, abandonando extensos espacios rurales, de menores perspectivas laborales, infraestructurales.
Esta polarización se vive igualmente a la “pequeña escala regional”: véase nuestra Extremadura, con tendencia irrefrenable al despoblamiento general y al abandono rural. Ante estos datos objetivos, ¡a ver si los políticos son capaces de plantear remedios en medio de sus discusiones de “galgos o podencos”!

lunes, 20 de enero de 2020


A PROPÓSITO DE LA RECIENTE NOVELA DE MARIO VARGAS LLOSA “TIEMPOS RECIOS”.
DE LAS DICTADURAS LATINOAMERICANAS AL TRÍO DE LAS AZORES

Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia

En 1971, estando viviendo en Barcelona, unos amigos me regalaron un libro revelador: “Poesía revolucionaria guatemalteca”, publicado por la mítica editorial Zero en 1969, con segunda edición en 1970.
Creo que aquel libro reasentó mi estética literaria, haciéndola especialmente comprometida, incluso militante en cuanto a derechos humanos y “contestación” ante la injusticia emanada de los más poderosos de la Tierra, revestidos de la piel de cordero que siguen teniendo todavía, y tendrán de por siempre sin remedio.
Los poetas guatemaltecos seleccionados escribían con una alta calidad literaria, a la vez que ponían el verso al servicio de los más desasistidos, humillados, empobrecidos y pisoteados, en un entorno intervenido por los “amos del mundo”, provenientes del norte del continente americano. Muchos de ellos sufrirían persecución, torturas y muertes, por su trabajo literario y militante. Eran, fundamentalmente, los años de la dictadura del coronel Carlos Castillo Armas,  elevado al poder por los EE.UU., maniobrado por la CIA, tras derrocar al gobierno del presidente Jacobo Árbenz, que estaba tratando de convertir Guatemala en un estado democrático, con libertad de expresión, asociación, sindicación, respeto a los derechos humanos, extensión a toda la población de la sanidad y educación básica, política fiscal que hiciera pagar impuestos a los más enriquecidos y reparto de tierras improductivas entre los indígenas desposeídos.
La norteamericana United Fruit Company, poderosa empresa bananera estaba alarmada con lo que podría ser un cambio en su modelo monopolista, esclavizante de sus trabajadores y exenta de impuestos y gravámenes. Y lo que era peor: que sirviera de ejemplo para otros países centroamericanos y del sur continental, donde practicaba el mismo tipo de explotación y depredación.
De ahí el complot para derrocar al gobierno legítimo y encumbrar a unos dictadores-títeres que arrancaran de raíz todo tipo de veleidades democráticas, bajo la excusa de que “estaban entrando bajo la órbita soviética”, siendo punta de lanza del comunismo, que envenenaría al continente americano.
Por mucho que el presidente Árbenz trataba de convencer al embajador estadounidense -un furibundo macartista en los años de la Guerra Fría- de que lo que se pretendía era asimilarse al modelo que él mismo representaba, y que precisamente el régimen de libertades era lo contrario a lo que significaba la Unión Soviética, éste le planteó claramente la necesidad de su renuncia, con el “aval” de los marines preparados para la invasión del país, con baño de sangre indiscriminado, en caso de negarse a ello.
Todo se resolvió tal como las grandes multinacionales deseaban, pues a la vez la intoxicación periodística de la opinión pública norteamericana había creado un estado de opinión favorable al intervencionismo descarado “para salvar la civilización occidental”. Intoxicación, como detallará Vargas Llosa en su última obra -de la que un poco más adelante nos ocuparemos- no de la prensa conservadora, sino de la liberal, “la que llega al mayor público, para dar mayor verosimilitud al asunto”, maniobrando con ella “convenientemente”, con el poder del dinero.
La persecución, encarcelamiento, torturas y asesinatos de intelectuales, sindicalistas y políticos “sospechosos”, así como de trabajadores apoyantes del gobierno legal fue brutal y “aleccionadora”. Y en esta publicación de “Poesía revolucionaria guatemalteca” queda patente, tanto en el estudio introductorio de Mª Luisa Rodríguez Monjón como en los poemas desgarrados de los 20 poetas seleccionados.
Pero esto podría considerarse una “visión interesada” desde el radicalismo izquierdista si no tuviéramos a mano actualmente la recién publicada novela del nada sospechoso de connivencia con el comunismo Mario Vargas Llosa: “Tiempos recios”, muy en la línea de su anterior “Fiesta del Chivo”, sobre la dictadura del general Leónidas Trujillo en la República Dominicana, con el que este nuevo dictador guatemalteco establece los contactos decisivos para iniciar el golpe militar.
Mario Vargas Llosa, en esta novela basada en hechos reales, que más parece un amplio reportaje periodístico que una obra de ficción, confirma todo lo dicho anteriormente de una manera clara y contundente. El Premio Nobel de Literatura, a lo largo de las 353 páginas de la obra, va detallando minuciosamente las maniobras orquestadas por la United Fruit Company y la CIA para llegar al control de la nación y su derivación a toda Centroamérica e incluso el Cono Sur americano, cuyos ecos llegan hasta la misma actualidad que hoy día vivimos.
Lean la narración y extrapolen su contenido a tantas operaciones que después se darían por el mundo, como aquella tremenda alianza del “Trío de las Azores” en que nos vimos involucrados, con la excusa de “salvar la civilización occidental”. Verán tantas similitudes que creerán estar en una segunda parte de la obra de Vargas Llosa, que ojalá algún día se atreva a novelar.

lunes, 13 de enero de 2020


HA MUERTO ANTÓNIO GERVASIO, LUCHADOR EJEMPLAR.
Como recordatorio al gran hombre íntegro, honrado, valiente, comprometido, luchador que ha sido António Gervasio hasta su muerte el 10 de enero de 2020, quiero traer aquí unas páginas de nuestra Revista Transfronteriza O PELOURINHO, donde António Gervasio da testimonio de las torturas a que fue sometido por la PIDE en la larga dictadura salazarista portuguesa. Este líder de la Reforma Agraria portuguesa, campesino y político, gran orador y meticuloso recopilador de la memoria Histórica Obrera, es un ejemplo para todas las generaciones. Descanse en Paz.



INTERVENÇÃO DE JERÓNIMO DE SOUSA, SECRETÁRIO GERAL DO pcp.  FUNERAL DE ANTÓNIO GERVÁSIO
«O melhor tributo que podemos prestar a António Gervásio é o de estarmos à altura da sua dedicação à causa revolucionária do seu Partido»
Camaradas, amigos:
Com profunda mágoa e tristeza, estamos aqui para nos despedirmos do camarada António Gervásio, um homem de grande coragem e uma vida de incansável lutador, inteiramente consagrada aos interesses dos trabalhadores, do povo e do País, à luta contra a ditadura fascista e pela liberdade, à nossa Revolução libertadora de Abril e à defesa das suas conquistas, ao ideal e ao projecto comunista.
Neste triste e comovido último adeus ao camarada António Gervásio, aqui queremos mais uma vez dirigir à sua família, à sua mulher Maria Lourença Cabecinha, sua companheira de sempre, filha desta terra, funcionária do Partido na clandestinidade, prisioneira antifascista, mulher de coragem a quem o nosso Partido muito deve pela sua longa trajectória de militância comunista, ao seu filho, à sua neta e a todos os que por ele sentiam laços de afecto mais próximos e fortes, a mais sentida solidariedade do nosso Partido e do seu colectivo partidário para com a sua dor e sofrimento.
Nascido em S. Mateus, Nossa Senhora da Vila, no concelho de Montemor-o-Novo, nesta terra de grandes tradições revolucionárias, António Gervásio era um operário agrícola que cedo conheceu a exploração e dureza da luta pelo pão e a liberdade. Aderiu ao PCP em 1945, aos 18 anos, para entregar toda uma vida de dedicação à causa da emancipação dos trabalhadores e do povo e da luta por uma sociedade nova liberta da exploração.
Aqui, nesta terra e concelho, começou por participar e dirigir várias lutas, por melhores jornas e contra o desemprego.
Aos 27 anos, António Gervásio, mergulhou na clandestinidade como funcionário do Partido, para realizar tarefas de Norte a Sul do País. Assim foi antes e depois do 25 de Abril, tendo sido um dirigente destacado do PCP durante muitos anos.
Foi membro do seu Comité Central de 1963 a 2004 e da sua Comissão Executiva entre 1966 e 67. Membro da Comissão Política do Comité Central de 1976 a 1990 e da Comissão Central do Controlo entre 1996 e o ano 2 000.
São enormes e dignas de ser sempre recordadas como exemplo, as provas de coragem e firmeza revolucionária de que António Gervásio deu mostras em muitos momentos da sua vida de intrépido combatente em defesa dos interesses e aspirações dos trabalhadores e perante os torcionários da PIDE.
Preso três vezes durante o período da ditadura fascista de Salazar e Caetano, em 1947, 1960 e 1971, passou, no conjunto, cinco anos e meio nas prisões do Aljube, de Caxias e Peniche.
Não cumprindo a totalidade das penas a que foi condenado. Do Forte de Caxias evadiu-se, em 1961, na célebre e audaciosa fuga no carro blindado de Salazar com outros dirigentes comunistas, para retomar de imediato o seu posto de combate e a luta do seu Partido e do nosso povo contra a ditadura fascista.
Na prisão de 1971 havia sido condenado a 14 anos de cadeia e a “medidas de segurança”. Estava na prisão do Forte de Peniche quando irrompe a Revolução de Abril. Será um dos presos libertados na madrugada de 27 com a intervenção do destacamento militar, comandado pelo Capitão Machado Santos, também falecido nesta última sexta-feira e perante quem nos inclinamos também, honrando a sua memória neste dia de tristeza e dor para todos nós.
Nas prisões de 1960 e 1971, António Gervásio foi brutalmente torturado e espancado. Na prisão de 1971 foi impedido de dormir durante 18 dias e 18 noites. A tudo resiste e a nada renunciou, como homem de carácter e firmes convicções comunistas.
No seu julgamento na Boa Hora, em Maio de 1961, é espancado em pleno tribunal, por denunciar as torturas da PIDE.
Percorrendo o País de lés a lés, o dirigente revolucionário António Gervásio, deu uma valiosa contribuição para erguer e afirmar o PCP como um grande partido nacional. Fê-lo com a sua reconhecida tenacidade e modéstia desinteressada na realização das múltiplas tarefas que o Partido lhe confiou.
Aqui, nos campos do Sul, foi um participante directo e incansável em todo o processo da Reforma Agrária, esse grande sonho de gerações e gerações de proletários agrícolas, que se tornou momentaneamente realidade com a Revolução de Abril, sob a consigna “a terra a quem a trabalha”, com a constituição de Unidades Colectivas de Produção, visando a liquidação do latifúndio que tanta miséria semeou nestes campos de Montemor-o-Novo e no Alentejo.
Aqui, nestas terras do Alentejo, tinha já muito antes desempenhado um relevante papel na organização e condução de pequenas e grandes lutas, nomeadamente nas históricas greves de Maio de 1962 que levaram à conquista das 8 horas pelos trabalhadores dos campos do Alentejo e Ribatejo.
António Gervásio desempenhou não apenas importantes funções partidárias, mas também importantes funções institucionais.
Após o 25 de Abril foi deputado à Assembleia Constituinte que elaborou a Constituição da República Portuguesa, cujo conteúdo progressista e valores que ainda consagra constituem referência para a construção de uma política que assegure um Portugal mais justo e desenvolvido. Foi igualmente eleito, em 1979, deputado à Assembleia da República e integrou durante vários mandatos a Assembleia Municipal de Montemor-o-Novo.
Neste momento de despedida, valorizamos os valiosos testemunhos que nos deixa da sua rica experiência de vida e de luta, nomeadamente o seu mais recente livro, «Histórias da Clandestinidade», contribuindo para a preservação da memória do que foi o fascismo e de como o PCP enfrentou a repressão e se constituiu como o partido da classe operária e de todos os trabalhadores, e a força dirigente da oposição antifascista.
O camarada António Gervásio deixou de estar entre nós, mas o seu percurso de vida, o seu exemplo de militante e dirigente do PCP perdurará em todos e em cada um de nós para prosseguirmos a luta de emancipação social que o animou.
O melhor tributo que podemos prestar a António Gervásio é o de estarmos à altura da sua dedicação à causa revolucionária do seu Partido, da sua vontade de honrar os compromissos de vida e de luta e da sua inquebrantável determinação e vontade de fazer sempre mais e melhor para servir a causa justa do seu Partido, com tudo o que ele comporta de aspiração, sonho e projecto por um mundo melhor.
Até sempre, camarada!

martes, 7 de enero de 2020


NOCHE OSCURA VESTIDA DE ESPLENDORES
En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados,
de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos,
porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza.
(“LA CAVERNA”, Libro VII de LA REPÚBLICA o EL ESTADO. PLATÓN)

A menudo oigo aullidos que me hablan de España
y despiadados sones para iniciar desfiles
que nos lleven de nuevo a la catástrofe.
A menudo recuerdo que los mismos
siguen luciendo en la garganta idénticos collares,
revelando su identidad que sobrecoge.
¿Cómo encontrar palabras para la reflexión,
palabras que remuevan conciencias
y amansen embestidas y ladridos?
¿Cómo decirles que las víctimas siguen siendo las mismas
y que ellos son los herederos de los que propiciaron
las largas noches del dolor y de los miedos,
si son sordos y ciegos, y llevan la misma empuñadura?
Ellos tildan de claridad y de esplendor
lo que fue larga noche de oscurantismo y de miseria:
¿dónde encuentro argumentos para decirle a la caverna
que la luz está fuera y que lo suyo
es simplemente siniestras apariencias?
MOISÉS CAYETANO ROSADO

lunes, 6 de enero de 2020


A SEGOVIA, CON PARADA EN ÁVILA Y, DE REGRESO, EN PLASENCIA.
 
Moisés Cayetano Rosado

Salimos de Badajoz, tras un desayuno de café/chocolate, con migas y churros en el “Rincón de Vicente”, de Badajoz, siempre tan concurrido, bien servido,  módico de precio y atractivo de calidad. Vamos a Segovia, con la ilusión perdida de encontrar nieve cercana, pero la perspectiva placentera de su belleza, riqueza patrimonial urbana, compensa.
Antes paramos en Ávila, que sigue siendo una ciudad admirable, aunque ya se las ve y se las desea uno para aparcar en una zona no muy lejana de su cintura de murallas impecables. El turismo, y más en estos días de comienzo de año, es arrollador, y todo lo devora.
Siempre busco la cercanía de la Basílica de San Vicente, pues es un lugar sin par para comenzar la visita, que ha de acoger el recorrido por este magnífico templo románico, en el que el cenotafio de Vicente, Sabina y Cristeta,  santos cristianos martirizados por no adjurar de su fe, es de una belleza increíble, en sus fajas historiadas, que parecen un comic de insuperable calidad.
De ahí, hasta la cercana Catedral, por la Puerta de San Vicente. Una de las primeras catedrales góticas de la Península, con reminiscencias románicas, cuyo ábside constituye uno de los cubos (gigantesco) de la muralla medieval, cuyo adarve invita a un paseo de extraordinaria belleza, pues desde allí la vista de la propia Catedral, la Basílica de San Vicente y los otros múltiples monumentos urbanos, religiosos y civiles, resulta admirable.
Eso sí, todo es “a golpe de talón”, de talón bancario, o sea, pagando a precio generoso nuestra curiosidad cultural. Como también lo es el comer, ya que los restaurantes se “aprovechan” del tirón turístico para ofrecerte sus famosos chuletones a un precio “generoso”. Pero en fin, todo sea por la cultura espiritual y… material. Cierto que un chuletón de 750 gramos da para dos comensales, lo que unido a la bebida, algún entrante y unas yemitas de Santa Teresa hace que cada uno desembolso al menos 30 euros.
De allí a Segovia, con la barriga bien tratada, es casi como un paseo. Y la ciudad del levantamiento comunero contra Carlos I, que le costó tanta sangre, y la decapitación de su héroe, Juan Bravo (de magnífica estatua en bronce al lado de la iglesia románica de San Martín), se nos ofrece con sus múltiples atractivos: el impresionante acueducto romano, de principios del siglo II d.C., una de las imágenes más fotogénicas de España, ante cuya estampa se agolpan chinos y japoneses hasta hacerte pensar que en sus países han debido quedar muy pocos; la Catedral de gótico tardío (se estima que la última de ese estilo construida en España); el Alcázar, en la otra punta del moro en que se asienta el Casco Histórico, casi imposible de visitar por dentro en estas fechas, pues las colas ante la taquilla son interminables, pero de unas vistas impagables por fuera, con su profundísimo foso y las airosas torres terminadas en finísimas agujas; las múltiples iglesias románicas (tantas como Zamora), con sus amplios atrios y perfectos ábsides semicirculares.
Todo, eso sí, de nuevo a “golpe de tarjeta de crédito o billetera”, pues no hay barreras a la hora de cobrar entradas por doquier: como nos pasará en el Palacio de la Granja de San Ildefonso, esa hermosa estancia concebida por Felipe V de España a la manera del Palacio de Versalles, de su abuelo Luis XIV de Francia.
En Segovia, el tópico gastronómico es el cochinillo y el cordero lechal en horno de leña. Muy difícil de degustar en el archifamoso Mesón de Cándido, porque hay que hacer en estos días reserva con tiempo para lograrlo; pero la oferta es abundante, y los precios y calidades similares. Aquí la cuenta sube con respecto a Ávila. Un trozo de cochinillo o un pernil de corderito da para uno, y vale casi como el chuletón (para dos) de Ávila. Si le añades unos entrantes, la bebida y algún postre, no pienses en menos de 40 euros por persona.
En cualquier caso, son visitas que merecen la pena a estas dos ciudades mandadas a crear y poblar por Alfonso VI, con encargo a su yerno Bernardo de Borgoña, casado con doña Urraca a finales del siglo XI. Aunque con el paso de los años, especialmente Segovia, se está pareciendo peligrosamente a un “parque temático”, pues casi todo se está orientando al turismo, al turista de “admiraciones rápidas y tópicas”, y eso deforma la realidad y “artificializa” el sentido histórico, patrimonial, artístico, del lugar.
Al regresar, lo hacemos por el Valle del Jerte. No hace falta esperar a la primavera para contemplar la belleza de este valle en pronunciada “uve”, lleno de robles en lo más alto y cerezos en rampas humanizadas en el plano medio y bajo, con agua cayendo en cascada por todos los rincones y curvas del trayecto.
Y llegamos a Plasencia, la ciudad refundada por Alfonso VIII, que no ha de tenerle “envidia” a las anteriores. Su río tranquilo; sus hermosas murallas; la Plaza Mayor, tan diáfana y noble, presidida por el Palacio Municipal renacentista; los grandes palacios, caserones, iglesias, museos…; su doble Catedral: la antigua románica y la nueva plateresca… ¡y la tranquilidad de un “turismo controlado” todavía…! la hacen especialmente llamativa.
Y a la hora de comer, no me resisto a nombrar “La Pitarra del Gordo”, un bar-restaurante de lo más aconsejable: la apetitosa y bien asada  parrillada de carnes de cerdo, acompañada de jarra de vino de pitarra, da para tres comensales (17’80 euros en total). Si a ella le unes unos entrantes, como pueden ser croquetas variadas, y unas tartas de queso servidas en generosa cantidad, sale cada usuario por no más de 12 o 14 euros: la mitad que en Ávila y un tercio del precio pagado en Segovia.
Para finalizar, le pregunto a mis tres adolescentes acompañantes por cuál comida les pareció mejor. Unanimidad: la de Plasencia; después, la de Ávila, y en último lugar la de Segovia. O sea, al revés de la masificación turística y precio de cada lugar. ¡Es lo que pasa con las afluencias masivas y el marketing…!