miércoles, 19 de agosto de 2015

EL MENSAJE POLÍTICO

Moisés Cayetano Rosado
Cuando un político se pone a razonar esforzadamente, con honradez, sinceridad y seriedad, podemos pensar que “casi” seguramente ha perdido la partida. El mensaje que cala en las masas, en una inmensa mayoría, que es la que a la postre da el poder, no debe seguir por esos derroteros, pues corre el peligro de aburrir a las ovejas (¡y nunca mejor dicho!).
Un mensaje político debe cumplir al menos con estos postulados: ser claro, conciso, emotivo y repetitivo. Eso, en el Partido Popular lo tienen más que asumido, cada vez con mayor nitidez y contundencia.
Claridad en el sentido de que no haya que pensar demasiado para que se comprenda y pueda interiorizarse.
Concisión para que no requiera una atención prolongada, y más en estos tiempos de la rapidez informática, electrónica, “mensajera”.
Emotividad porque ha de llegarse “a las entrañas”, o como se suele decir “a las tripas”; nada de sesudos razonamientos cerebrales, que requieran complicadas conexiones neurológicas y exijan nada menos que “pensar”.
Repetición puesto que solemos ser muy olvidadizos aparte de estar bombardeados por múltiples emisores, que nos hacen un lío en la cabeza.
No hace falta que sea creíble. La credibilidad se logra con los cuatro palos anteriores, que conforman una mesa suficientemente sólida como para que urna que se ponga encima se llene de votos.
No olvido la anécdota contada por el “capitão de Abril” Otelo Saraiva de Carvalho, cuando decía que -dando un discurso público ante una multitud en el revolucionario “verão quente de 1975”- le insinuó el entonces Presidente de la República Portuguesa, Francisco da Costa Gomes: “Diles que vamos a hacer una revolución socialista”. Otelo le preguntó con sorna: “¿Pero es verdad eso?”, a lo que contestó el experimentado general: “No, y ellos lo saben, pero les gusta oírlo”.
Pues eso, nos gusta oír esos mensajes falaces, demagógicos, evidentemente mentirosos, pero que cumplen las cuatro condiciones necesarias. Así el PP lleva, sin rubor, mucho tiempo diciendo y repitiendo por boca de grandes, medianos y pequeños dirigentes que: “Ha crecido el empleo, hemos sacado a miles de familia del paro, y vamos a seguir en ese empeño”.
¿Hay algo más claro (lo entiende el niño más pequeño), conciso (es como un telegrama de aquellos antiguos, que se pagaban por palabras), emotivo (qué más quisieran millones de españoles sino tener un empleo, pero de los de verdad, se entiende: estable, dignamente remunerado) y repetitivo (ya le puedes preguntar que si se acuerda de cuando se retransmitió la llegada del hombre a la Luna, que la frase te la encajan con negrita y subrayado).
Y a juzgar por las encuestas, los postulados que muestro parece que nos dan la razón. “La razón de la sinrazón, que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura”, leía Don Quijote en sus libros de cabecera, que le llevaron a enloquecer. A nosotros nos llevan a las urnas, y como en las películas del Oeste, ¡gana la banca!, o sea el poder envolvente, instituido, prestidigitador, que domina el arte del birlibirloque en la palabrería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario