sábado, 22 de diciembre de 2018


I CONGRESO MUNDIAL DE LA CIUDADANÍA EXTREMEÑA EN EL EXTERIOR
(Foto de Julián Rocha)
Moisés Cayetano Rosado

He participado en la sesión del día 21 del “I Congreso Mundial de la Ciudadanía Extremeña en el Exterior”. No he podido asistir a las sesiones de grupos de trabajo del día 22, que eran más concretas, en el sentido de discutir planes de actuación en los lugares de emigración, propuestas para el retorno y asistencia a las asociaciones de emigrantes. Espero que las conclusiones que se saquen de esos grupos se asuman por parte de la Junta de Extremadura, y lo que es más importante, que se lleven a efecto, pues el sentir de aquellos con quienes pudo hablar es que se efectúe una política de apoyo e incentivos a los que deciden quedarse en los lugares de acogida y a los que prefieren retornar a esta tierra llena de dificultades.
Acompañado por Julián Rocha, un luchador
incansable por Extremadura, que tanto ha hecho
por las reivindicaciones de los emigrantes
Pero, a pesar del esfuerzo que han realizado los organizadores y colaboradores, al entusiasmo de muchos, hay varias cuestiones de fondo que no comparto.
Primero, el propio nombre: “Mundial de la Ciudadanía Extremeña en el Exterior”. Sobra la grandilocuencia de “Mundial” y resulta oscurecedor de las realidades lo de “Ciudadanía Extremeña en el Exterior”. Hubiera preferido “Congreso de Emigrantes Extremeños”. El “IV Congreso”, puesto que antes hemos celebrado tres. Más claro, directo, consecuente con los antecedentes históricos y con la realidad de ese “Exterior”, que no es otra cosa que la emigración masiva por razones de falta de trabajo, precariedad, escasez de alicientes en origen y necesidad de expectativas de futuro.
Segundo, el hecho de “traer” figuras de relumbrón a que nos cuenten sus triunfos, hazañas y conquistas. Desde la inauguración por un astronauta con ascendientes extremeños a un premiado presentador de televisión americana (de nacencia emeritense) encantadísimo de haberse conocido, que se marcó un show en que únicamente hizo falta que se pusiera a claquear al estilo hollywoodiense. Pareciera que queremos ser otra vez aquellos que “triunfaron en América”, como en los versos de Luis Chamizo, reviviendo las “gestas” de nuestros “abuelos” conquistadores de México, Perú, los Mares del Sur y otras tierras allende los mares… y aquende también, o sea en todos los lugares a donde vamos, ignorando que esa minoría es anecdótica en medio del dolor y los problemas de la emigración forzosa y forzada.
Tercero, los muchos participantes en las Mesas Redondas: ocho, nueve… para hora y media, que nos dejaba a los ponentes sin tiempo para comunicar unas mínimas ideas fundadas, y a los asistentes sin poder desarrollar un debate esclarecedor, lo que frustró en muchos momentos a unos y otros, vaciando de contenido esencial esas mismas Mesas.
(Foto Julián Rocha)
Y cuarto: esa obsesión por reservar varias filas para autoridades políticas y otros cargos, invitados especiales e incluso ponentes, que relegaba al resto de los participantes a una especie de “gallinero” o filas secundarias, cuando eran los auténticos protagonistas. Aparte de ello, ¡qué feo quedó el que tras la inauguración del Congreso esas filas quedaran vacías, como si ya se hubiera cumplido el cometido esencial!
A ver si para lo sucesivo se aprende de lo que creo que son errores, y se es más humilde, apegados a la realidad, prácticos, participativos y profundos, huyendo de triunfalismos, figuroneos, frivolidades y superficialidades.

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