GANÁNDOSE LA VIDA
Tras pasear por los
magníficos alrededores cuarcíticos de Penha
García, con sus 500 millones de años en los erosionados plegamientos que
ascienden casi hasta la verticalidad, compramos en su placita principal tres
helados de 1'90+1'90+1'00 euros. No hay nadie más en el inmenso mirador que es
su Largo do Chão da Igreja, en que un
carro de combate cedido por las Forças
Armadas nos recuerda la gloria y esperanza de la Revolução dos Cravos. El señor que nos atiende tiene más de 90
años. Suma trabajosamente en un papel; resultado: 3'80 euros. Le saco del
error: 4'80. Está confuso. Acepta el billete de 5 euros que le doy. Las venas
de sus manos presentan abultados surcos como los icnofósiles de trilobites, crucianas
que pueblan este valle del río Ponsul,
rico en agua, levadas y molinos ya
sin uso, más allá del turístico.
Pasamos después a Monsanto, la aldeia mais portuguesa de Portugal (título obtenido en 1938). Damos una vuelta por su incomparable inselberg granítico, que arropa a las
casas como un abrigo impenetrable que emergió de las entrañas de La Tierra hace
300 millones de años. Compramos varios quesos en una pequeña tienda; la señora nos
dice que tiene 91 años y ve muy poco (ya la conocía de veces anteriores y lo
sabía). Me ofrece su vieja calculadora para que yo mismo vaya marcando los
precios; también se confunde (en su contra) al transcribir. Nos regala un pan
tras el pago de 7 quesos con intenso olor a oveja y cabra, a cardos de cuajar
que la señora lleva toda la vida recogiendo.
Es la Beira profunda, forjada por los años,
los siglos, los milenios, los millones de años que conforman personas y
paisajes de recia persistencia; iglesias medievales, tumbas antropomorfas, hornos
comunales, curiosas cochiqueras, castillos altaneros que los templarios
levantaron elevando aún más sus roquedos inmensos. Devoción, esfuerzo y
precauciones. La lucha por la vida de los que llevan luchando toda su vida
entera.
La señora de Monsanto es más locuaz que el señor de Penha García: nos recomienda que
volvamos pronto, porque teme no estar una próxima vez si es que nos demoramos. Ya
me lo había dicho en otras ocasiones. Pero no temo: el tiempo aquí se ha
detenido por completo.
MOISÉS CAYETANO ROSADO
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