CINCUENTENARIO DEL PROCESO REVOLUCIONARIO DE PORTUGAL
MOISÉS CAYETANO ROSADO
Aunque el cincuentenario de la Revolução dos Cravos tendrá lugar en Abril
de 2024, es ahora, un año antes, cuando maduran las condiciones para realizar
el Golpe de Estado del 25 de Abril, que acabaría con el Imperio Colonial
portugués y con su larga Dictadura de medio siglo de existencia.
Los jóvenes militares comprendieron su propia
equivocación al mantener que Portugal era un “todo” desde “O Minho até Timor”,
una nación de naciones universal, y que había que acabar con la sangría que
desde 1961 estaba llenando de luto al país y a sus colonias, cuando la
independencia de los territorios sojuzgados era un hecho en todo el mundo
occidental.
El Golpe contra el régimen totalitario empeñado
en mantener bajo su mando los territorios dominados en África y Asia se fragua en
Guinea-Bissau, bajo el liderazgo de jóvenes capitanes. Comprenden que la guerra
sostenida por los grupos independentistas goza del favor popular nativo, y que
estos pueblos africanos sometidos tienen derecho a su propia independencia,
como un día la tuvo Portugal con respecto al Reino leonés y a los musulmanes.
Entienden su lucha y se sienten ocupantes desasistidos del propio derecho
internacional, pues las condenas de la ONU son continuas, como lo son la ayuda
internacional de distinto signo para las organizaciones político-militares
nativas.
Las reuniones de estos militares se suceden
en 1973 (especialmente la de los oficiales profesionales, a partir del Decreto
373/73 que primaba la promoción de oficiales no profesionales ante la escasez
de militares de carrera para hacer frente a las guerras en África), pasando de
las reivindicaciones corporativas a las políticas bajo el lema de “las tres D”:
Descolonización, Democratización y Desenvolvimiento. Desde comienzos de 1974
las asambleas se suceden por todo el país, haciendo del Movimento dos Capitães una fuerza anti-régimen imparable, que
desemboca en el Movimento das Forças
Armadas, concordante con las reivindicaciones de la oposición política,
hechas públicas en el 3º Congresso da
Oposição Democrática de Aveiro, del 4 al 8 de abril de 1973.
António de Oliveira Salazar había sufrido un
accidente inutilizador en 1968 y su sucesor, Marcelo Caetano, no respondió a
las expectativas de diálogo democrático y negociación con las poderosas fuerzas
independentistas de Angola, Guinea-Bissau y Mozambique, que se le presuponían.
Al contrario, mantuvo la “huída hacia adelante” que llevaría a un callejón sin
salida, de mayor acción guerrillera en África y creciente actividad opositora
en la metrópolis, especialmente del poderoso Partido Comunista, a pesar de la
crueldad de la policía política para con unos y con otros.
Así, el Golpe Militar del 25 de Abril
constituyó un triunfo fulminante en la misma noche de efectuarse. Y lo fue no
solamente por la pericia de los militares implicados sino por el masivo apoyo
popular desde el primer instante de la sublevación. El pueblo de Lisboa, nada
más comenzar los enfrentamientos en la Praça do Comerço esa noche, se lanzó a
la calle, a pesar de las consignas de los propios sublevados de que se
mantuvieran en sus casas por el peligro de un desenlace armado de gran potencia
artillera.
Las masas populares acompañaron a los
sublevados por toda la Baixa de Lisboa y por el Barrio Alto, aún cuando las
consignas de retirada a sus casas seguían siendo insistentes. Y ya en el Largo
do Carmo, frente al Cuartel de la GNR (Guardia Nacional Republicana), donde se
había refugiado Marcelo Caetano, los balcones, tejados, acerados, árboles, la
propia plaza en toda su extensión, ¡la carrocería de las tanquetas! quedaron
abarrotadas de un impresionante gentío que gritaba consignas en contra de la
dictadura y a favor de la democracia y la libertad.
Después vendrían tiempos difíciles. Las
negociaciones de pacificación e independencia en las antiguas colonias, que se
prolongarían por un año, con inevitables tensiones; los acuerdos y desacuerdos
en los gobiernos provisionales; la acción revolucionaria de las
nacionalizaciones de industrias y servicios; la Reforma Agraria, con la
ocupación contundente de propiedades rústicas; los choques entre formaciones
políticas. Nadie renunciaría al “sueño” de “las tres D”, aunque con fórmulas
distintas, pensamientos y acciones muchas veces encontrados…, sobresaltos y
tensiones que fueron amainando hasta desembocar en un régimen democrático
equiparable al del resto de Europa Occidental, en un proceso que llevaría más
de 12 años de tensiones.
Ahora siguen, claro, los modelos políticos de
diferencias manifiestas, como ocurre en cualquier país de nuestro entorno.
Pero, salvo escasas minorías, todos concuerdan, concordamos, en la hazaña
protagonizada hace medio siglo en un país que ha de servir de ejemplo a los
demás.
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