OBJETIVO:
PATRIMONIO MUNDIAL
Moisés
Cayetano Rosado
Que a
propios y visitantes le podamos presentar el “escaparate” de un patrimonio monumental
digno de ser visitado, recorrido, disfrutado, es importante para el realce y reclamo de la ciudad. Y si en un
futuro eso se “corona” con la clasificación de Patrimonio de la Humanidad,
habremos culminado un sueño al que muchos llevamos tiempo dando vueltas.
Tengamos,
para ello, en cuenta lo siguiente:
Elvas fue incluida
en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en 2012 por su “Guarnición
fronteriza y fortificaciones”, siguiendo el criterio IV de la UNESCO: “Ofrecer un ejemplo eminente
de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico, tecnológico o paisaje, que
ilustre una etapa significativa de la historia humana”.
Ahora, en mayo de
2016, las “Fortalezas abaluartadas de la Raya”, han sido incluidas en la Lista
Indicativa, paso previo para la declaración de Patrimonio de la Humanidad”,
por iniciativa de las poblaciones portuguesas de Valença do Minho, Almeida,
Marvão y Elvas.
Badajoz, por tanto, adquiere
una magnífica oportunidad de lograr incluirse en la preciada clasificación de
Patrimonio Mundial, por doble vía:
Una: como “Extensión”
de la clasificación de Elvas, con la que comparte no solo el estatuto de
Eurociudad (junto a Campo Maior, que también debe considerarse en esta
clasificación), sino la justificación histórica de las fortificaciones de ambas
(¡de las tres!), ya que no se entienden las defensas de una sin la presencia
física de la otra, como lugares de enfrentamientos en las guerras de la Edad
Moderna.
Dos: como componente
esencial de las Fortalezas abaluartadas de la Raya luso-española, puesto
que las fortificaciones modernas de Badajoz formaron parte crucial de las
líneas de incursión y defensa de la Guerra de Restauración portuguesa
(1640-1668), de la Guerra de Sucesión española (1701-1714) y de las Guerras de
Invasiones napoleónicas (1808-1814), por cuya causa nuestra plaza fue
fortificada (conservándose buena parte de las cortinas y baluartes) y dotada de
defensas exteriores (de los que conservamos parte del fuerte de la Picuriña, el
revellín-fortín de San Roque y especialmente el Fuerte de San Cristóbal).
En el primer caso
seguiríamos el ejemplo de lugares clasificados en nuestra Raya como es el Sitio de arte
rupestre prehistórico de Siega Verde, en Salamanca, clasificado en 2010 como
Extensión del contiguo Sitio de arte rupestre del Valle de Foz Coa, que
ostentaba la titulación desde 1998, y del que es una continuación natural.
En el segundo caso, ya la
propuesta de los municipios que impulsan la candidatura se declara
“transfronteriza, en serie y por etapas”, es decir que ha de incluir localidades de uno y otro
lado de la frontera (porque la existencia de unas fortificaciones se explican y
tienen “lectura histórica” a causa de la dotación del rival). Además de que la singularidad y excepcionalidad está en el
conjunto, tan sistematizado en toda la línea de separación rayana desde el
norte gallego-minho portugués, hasta Andalucía-Algarve, extraordinariamente
denso en el espacio extremeño-alentejano. Y en cuanto a “por etapas”, porque
cada localidad puede adherirse a la propuesta a medida de que tenga su
patrimonio suficientemente recuperado y completada la documentación pertinente.
Badajoz tiene una
“oportunidad de oro” por ambos caminos, y no puede dejarlas pasar. Hemos de afanarnos en la
adecuación de nuestro patrimonio fortificado en general (Alcazaba, vestigios de
Cerca Nueva y Abaluartados, ya que todo se complementa) y tratar de ser
pioneros en la parte española, pues la importancia histórica y la densidad de
nuestras fortificaciones constituyen el elemento más importante del lado
español de la frontera, seguido de Ciudad Rodrigo, que también lleva años
esforzándose en adecuar su patrimonio para lograr la preciada calificación.
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