lunes, 18 de septiembre de 2017

EL TREN, COMO LA SANGRE, QUE RECORRA LAS VENAS DE NUESTRA EXTREMADURA

Moisés Cayetano Rosado
Estaba en Almeida, donde celebrábamos el “XI Seminário Internacional de Arquitectura Militar”, cuando me pasó un mensaje Caridad Jiménez Parralejo, el 25 de agosto, en el que me decía: El 23 de septiembre, sábado, en el paseo de San Francisco en Badajoz, bajo el patrocinio de la Fundación CB, realizaremos un encuentro de apoyo al TREN DIGNO para Extremadura. Una de las actividades la coordino yo, en concreto la parte de los poetas, me gustaría contar contigo y que tu verso nos ayude a tirar de la locomotora en esta penosa situación en la que nos encontramos con respecto al resto de España”
Pedía un verso, un solo verso, para unirlo al de otros poetas y formar esos raíles que tanta falta nos hacen en el entramado de nuestra conciencia, y sobre todo en el entramado de la conciencia de los que no han sabido, no han querido, plantar la locomotora del desarrollo en una tierra de donde la mitad de su población salió en el siglo XX a buscarse la vida fuera de nuestros confines, montados en otros trenes, en otras locomotoras, que surcaban, sembraban de prosperidad otros lugares con nuestro sudor, nuestra ilusión y nuestro esfuerzo.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano publicó en 1971 “Las venas abiertas de América Latina”, y ese título me inspiró para enviarle de inmediato un verso. ¡Las venas abiertas por donde se iba la sangre, la prosperidad, la vida, de la doliente Latinoamérica, a donde también en el siglo XIX fueron a parar tantos de nuestros paisanos, como ya lo habían hecho desde el mismo siglo XVI y XVII, con sus conquistadores conocidos… “que apenas te dieron nada” (en la canción de nuestro paisano Pablo Guerrero) y una inmensa masa anónima, que no conquistaron sino el pan para sobrevivir!
Por eso le envié desde Almeida (otra tierra fronteriza y olvidada, sufriente también como nosotros, por los enfrentamientos constantes de frontera, que desangraron nuestra hacienda) mi contribución: El tren, como la sangre, que recorra las venas de nuestra Extremadura.
Tren sobre raíles que no sean venas abiertas, sangría que a otros beneficie, sino venas compactas, firme trazado, denso trazado de este a oeste en esa línea Madrid-Lisboa que un día fuera de invasiones bélicas, y de norte-sur (Vía de la Plata) que otro día fuese de paso y salida de recursos minerales para engrandecimiento ajeno.
Sí, el tren, el trazado, densidad, frecuencia, dignidad en recursos, para nuestra Extremadura -como también para el olvidado Alentejo- ha de ser la sangre renovada, la locomotora que ayude en el progreso, en la movilidad activa y productiva de nuestros pueblos. Tren para viajeros y para mercancías, que ahora han de servirse casi en exclusiva de otros medios de movilidad, porque las líneas férreas y aparatos que tenemos son como una muestra museística al aire libre de arqueología ferroviaria. Son como hematomas en carne golpeada. Son el agravio para una tierra tantas veces humillada.

Un TREN DIGNO, con todo lo que ello significa; adecuado para impulsar el desarrollo que secularmente se nos viene debiendo, por nuestro esfuerzo y contribución histórica, por nuestro deambular por el mundo creando la riqueza que aquí deberíamos tener. Por la justicia social, distributiva y de equilibrios territoriales que tanto se predica, sin que acabe de llegar a hacerse realidad.

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