martes, 1 de octubre de 2019

En CUADERNO DE BANCO. BADAJOZ.


ANOCHECER EN BADAJOZ
La tarde fue llenándose
de pinceladas grises,
como si fuera el cielo
un gran manto nevado de cenizas.
El sol se abría camino
languideciendo en su fatiga,
sin acertar a destacarse
entre el boscaje oscuro.
Pero de pronto, en un temblor final,
abrió sus venas, derramando
su belleza postrera por el río,
por la suave silueta de la ciudad vecina.
El cotidiano espectáculo
iba paralizando a caminantes
del diario paseo por entre puentes,
mientras los cormoranes se esforzaban
en buscar a la luna y su refugio.
Un silencio de alas desplegadas
se apoderó del agua enrojecida,
y apenas nos dio tiempo
de eliminar resuellos,
cuando definitivamente
la noche bajó el telón del espectáculo.
Moisés Cayetano Rosado


LATERAL DE LA PUERTA DEL AYUNTAMIENTO
Ahí, en los soportales,
he visto muchas veces el llanto, la tristeza.
Y aunque también el rebullir
de fiestas, cohetería, confetis, vocerío
mezclados con canciones y gritos de alegría,
abajo queda el poso de la urgencia,
el nerviosismo del que busca
                                                      alguna solución
para seguir acarreando el fardo de la vida.
¿Qué turno espera cada uno?
¿Acaso el banco, donde por un momento
se sientan a coger
resuello, les sirve de reposo y esperanza?
Todos cifran -rampa arriba-
su apuesta en una leve frase
que sirva para abrir
la espita de una luz.
A veces la llamada se produce
y el color de los pétalos inunda
el gris pulido del granito
donde se paran, pausados, a esperar.
Moisés Cayetano Rosado

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