SAN PETERSBURGO-MOSCÚ: LIMPIEZA Y URBANIDAD RODEANDO EL ESPLENDOR
(y II)
EL MÁGICO MOSCÚ
Moisés Cayetano Rosado
De San Petersburgo a Moscú hay más de 700 kilómetros y no es mala opción
recorrerlos en tren de alta velocidad. En cuatro horas se
cubre el trayecto, y es una oportunidad para ir viendo un paisaje frondoso de la taiga rusa, de alerces, pinos, abetos,
abedules, álamos, alisos… bien tupidos, con sotobosque de helechos, líquenes y
musgos. También para contemplar una buena cantidad de pueblecitos, de casas aisladas entre la vegetación frondosa, en
medio de verdes prados brillantes.
Ya instalados en Moscú, siempre el turista tiende a “buscar” la Plaza Roja y el
Kremlin, demandando en la primera la “fotogénica” Catedral de San Basilio,
el Mausoleo de Lenin y los famosos Almacenes GUM. Nos quedarán respectivamente
enfrente, a la izquierda y a la derecha de la Plaza, si entramos por el
noroeste, procedentes desde la famosa
calle peatonal Arbat, en cuyas cercanías están los principales (y
gigantescos) hoteles.
La Catedral de San Basilio, construida por orden de Iván el Terrible a
mediados del siglo XVI, es Patrimonio de la Humanidad desde 1990 junto con el conjunto
del Kremlin. Sus torres bulbosas, multiformes y
multicolores son la referencia mundial de la capital rusa y objeto principal de
las cámaras fotográficas de las multitudes que durante el día copan la Plaza…
curiosamente casi solitaria en la noche,
que con el brillo ambiental (de luces en la fachada de los Almacenes GUM, así como
del Kremlin, y de la frecuente agua de lluvia en el pavimento) cobra un aspecto romántico inigualable.
Los Almacenes GUM, construidos al final de la época imperial, no perdieron su importancia durante la implantación de la URSS, y
menos en la actualidad. Con sus lujosas
tiendas, su decoración esplendorosa, su fachada de 242 metros, combina
elementos arquitectónicos medievales, con estructuras de acero, techo e
interiores de vidrio, y original decoración en barandillas, escaleras, etc.
El Mausoleo de Lenin, pegado a la muralla del Kremlin, simula ser una
pirámide escalonada, y hoy en día despierta
poco la atención de los turistas de la Plaza, mayoritariamente chinos, que
desvían siempre sus cámaras hacia San Basilio.
El Kremlin por dentro es toda una ciudad monumental donde las catedrales, los palacios de uso oficial, los museos y el gran
despliegue de armamento artillero, nos embobarán sin remedio.
Allí, la Catedral de la Asunción, o Dormición, mezcla los estilos italiano y
ruso, conservando en su interior la tumba de Iván el Terrible, y está adornada
en el exterior por fantásticas cúpulas
bulbosas doradas. En ella se coronaban los zares y se enterraba a los
Patriarcas de la Iglesia Ortodoxa.
La Catedral
de la Anunciación presenta los
mejores frescos del siglo XVI, cubriendo todo su interior: mayor profusión
de cúpulas bulbosas doradas contemplaremos en su exterior.
La Catedral
del Arcángel San Miguel, también del siglo XVI, alberga las tumbas de casi todos los zares de Rusia.
Es curioso esta denominación de “catedrales” a tantos recintos sagrados, pero
el sentido del nombre es el de iglesia con especial significación por su uso
histórico y su monumentalidad.
Entre los cañones del patio central destaca el “Cañón del Zar, de 1586,
el mayor del mundo, con 5’34 metros de largo y 40
toneladas de peso. Su calibre es de 890 milímetros y el diámetro externo de
1.200 milímetros.
Otro de los grandes atractivos de Moscú (también lo es en San
Petersburgo) resulta ser el Metro. Creado en 1935, no
cesa en su ampliación, llegando ya a tener 380 kilómetros de red y 230
estaciones.
La profundidad de sus túneles es espectacular, pero lo es aún más el
esplendor artístico de sus galerías, estaciones, pasillos, rincones… Todo un gran y múltiple museo de esculturas, pinturas, mosaicos,
decoraciones de suelos, paredes, techos… hasta el punto que solo por verlo
merece una visita la ciudad; en este caso, el subsuelo “palaciego” de la
ciudad.
Una ciudad enormemente rica en
patrimonio acumulado a lo largo de los siglos… y en la actualidad, en que se
siguen construyendo con gusto edificaciones singulares, como son sus rascacielos comerciales, de entre 240 y
370 metros de altura: los más elevados de Europa, un auténtico
mini-Manhattan, de cuidado alarde técnico y artístico.
Y rodeando
estratégicamente al Casco Histórico, las “Siete Hermanas”, de la época de Stalin:
edificaciones de los años 40 y 50, con robusta aguja central e inmensos cuerpos
laterales, levantados para mostrar el “poderío” soviético, hoy reconvertidos en
edificios públicos y privados de diversa índole.
En cuanto a los alrededores de la
capital, a 70 kilómetros al noreste, el
Monasterio de la Santísima Trinidad y San Sergio, en la ciudad de Serguiev
Posad, tildado de “Vaticano Ruso”, lugar de peregrinación de los creyentes
ortodoxos, atraídos por las reliquias de San Sergio. Actualmente alberga a unos
300 monjes, y pertenece desde 1993 a la
Lista del Patrimonio de la Humanidad, tratándose según la UNESCO de «un buen ejemplo de monasterio ortodoxo en
funcionamiento, con rasgos militares típicos de los siglos XV al XVIII, período
durante el que se desarrolló».
Una
vez más, sus iglesias de cúpulas
bulbosas, sus estancias palaciegas, sus murallas; sus mosaicos y pinturas
murales… son dignos de admiración, a pesar de las grandes masas turísticas
que pululan por sus estancias y explanadas.
Todo un lujo de limpieza y belleza, donde la urbanidad rusa se manifiesta en
todo su esplendor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario