miércoles, 25 de septiembre de 2013

PERVERSA ACTUACIÓN EN EL INTERIOR DEL FUERTE DE SAN CRISTÓBAL DE BADAJOZ

Moisés Cayetano Rosado

Tenemos, por lo general, mala suerte en las rehabilitaciones de nuestro patrimonio histórico monumental en la ciudad de Badajoz. Especialmente en el abaluartado, que pretende la clasificación de Patrimonio de la Humanidad, dentro de la Red Hispano-Lusa.
Actúan sobre el Baluarte de Trinidad -uno de los más monumentales y de crucial significación histórica desde el siglo XVII hasta incluso la Guerra Civil de 1936-39-, y se derrumba con las aguas del invierno: aún sigue la brecha del “enemigo lluvia” dándonos una lección contundente de estrategia bélica.
Actúan sobre el Revellín de San Roque, amplio como un fuerte, y pasan los años sin darle uso alguno, comido de hierbajos por fuera (camino cubierto -sin rehabilitar- y fosos) y por dentro (lo que debía ser un albergue juvenil, según lo planificado).
Actúan sobre el Hornabeque de la cabeza exterior del Puente de Palmas y pasan los meses contemplando el creciente jardín florido espontáneo de explanadas y escaleras, que quebrarán un interior ahora vallado para que no nos acerquemos.


Y actúan -y esto sí que es grave, dañino, irreversible- en el Fuerte de San Cristóbal (la “joya de la corona” de nuestra fortificación abaluartada, magnífica maquinaria defensiva del siglo XVII, completada en momentos posteriores con edificaciones interiores que estuvieron en uso militar hasta mediados del siglo XX), entrando como elefante en una cacharrería: arrasando el contenido, como si el monumento fuera solo el continente, la cáscara (extraordinaria) exterior. Como si su interior no formase parte de su autenticidad histórica, de su integridad como conjunto militar dinámico en función durante trescientos años, que le situaba privilegiadamente ante una de las exigencias cruciales de la UNESCO para ser Patrimonio de la Humanidad, su apartado IV: Ofrecer un ejemplo eminente de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico o tecnológico o paisaje, que ilustre una etapa significativa de la historia humana.
Esa etapa significativa viene dada por la historia de unas luchas comenzadas en la Guerra de Restauração (1640-1668), continuadas en la Guerra de Sucesión a la Corona española (1701-1714) y en las Guerra Peninsulares contra la Invasión francesa (1808-1814), para culminar en uso de acuartelamiento y prisión militar hasta la mitad del siglo XX.
Lectura histórica que se pierde al cortar, desmochar, arrasar edificaciones interiores, de tejados a una y dos aguas, exentos, transformándolos en unas “cómodas” terrazas, techumbres planas para el paseo y los cocteles, como si el edificio defensivo militar se transfigurase en elevado salón palaciego de vistas exteriores sin obstáculos en la línea de tiro del “enemigo”. Véanse las argumentaciones precisas en:

La salvaje actuación está a punto de culminarse. Ya solo falta la vegetación de esta terraza “versallesca” y cateta. Teniendo a no más de 15 kilómetros ese fuerte ejemplarmente respetado, restaurado y en uso museístico como es el Forte de Santa Luzia de Elvas, y previéndose para el otro gran fuerte de la ciudad vecina (Patrimonio de la Humanidad por este patrimonio fortificado), el Forte da Graça, una actuación y uso parecido, el contraste resulta aún más descarado y humillante para los que pretendemos para Badajoz un destino mejor que el que le han dado y siguen dando sus responsable oficiales.

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