domingo, 19 de marzo de 2017

PRESENCIA “HUMANA” EN GRUTAS CALCÁREAS
 Cueva del Tesoro. Rincón de la Victoria
Moisés Cayetano Rosado

He visto grutas calcáreas por diversas partes del mundo. La mayoría con formaciones extraordinariamente caprichosas de estalactitas y estalagmitas, así como columnas hercúleas que parecen enormes velones por los que resbalan lagrimones calizos que brillan a la mínima luz.
Muchas de ellas han sido habitadas desde la noche de los tiempos y conservan en sus paredes el testimonio de sus antiguos inquilinos en forma de pinturas y grabados, que se remontan al Paleolítico y Neolítico: arte figurativo y esquemático que nos maravilla por su precisión y simbolismo, como nos maravillan las oquedades sinuosas y su grandiosidad.
Huella "deshumana" en grutade Portinho
Algunas, sin que estén explotadas para visitas de turistas, sufren el vandalismo de los que quieren dejar huella de su presencia en el lugar o llevarse alguna punta de piedra caliza con su gota de agua que enseguida desaparecerá. Es lo que ocurre con una hermosa gruta que da directamente al mar en Portinho da Arrábida, cerca de Setúbal, que no está señalizada, pero muchos conocemos y sabemos acceder a través de un sendero que baja hasta ella entre la maleza del Parque Natural.
¡Lástima de cueva labrada por los siglos, los milenios, en la que, curiosamente, se practican reuniones religiosas de sincretismo cristiano-santero-animista, con un altar lleno de santos y de flores, pero donde también graban su nombre, fechas y mensajes los desaprensivos e insensibles!
No es de extrañar que en algunas se tomen medidas rigurosas y el guía que te conduce en todo momento no deje ni siquiera fotografiar el interior. La medida es algo desproporcionada, y nada frecuente, pues en la inmensa mayoría los turistas pueden dejar constancia en máquinas fotográficas y móviles de su presencia y gozo ante tanta belleza natural. Este caso radical se da no muy lejos del abandono de la anterior: en la Gruta de Escoural, del municipio de Montemor-o-Novo; pequeña, pero deliciosa cavidad multiforme, con algunos grabados figurativos de animales y otros esquemáticos de pequeño tamaño, aunque bastante llamativos.
Pero, ¡ay!, esa tendencia a mostrar la propia burricie de quien lo hace, esa obsesión por dejar estúpidamente su testimonio absurdo en cuanto no haya vigilancia que lo impida, acecha inmisericorde.
Desierto de Wady Rum, Jordania
Por eso me asombró que en los enormes pedruscones de arenisca del Desierto de Wady Rum, en Jordania, se mantuvieran los grabados de sus abundantes paredones sin el trazo contemporáneo de turistas ávidos por dejar testimonio de su presencia. Tal vez los camelleros del desierto, tan presentes, fueran advertencia suficiente…
Postojna. Eslovenia
O me llama la atención que en las inmensas cuevas de Postjona, en Eslovaquia, de las más grandes del mundo (con más de 20 kilómetros), y donde has de internarte primero en tren subterráneo con un recorrido de 5 kilómetros, rodeado de cientos y cientos de curiosos, y bajo discreta y mínima guía-vigilancia, no descubriera ni un rasguño ocasionado por manos “tentadoras”.
Sin embargo, dentro de la abundancia de este tipo de cavidades que tenemos en España, he visitado recientemente la “Cueva del Tesoro” del Rincón de la Victoria, en Málaga, y otra vez el triste testimonio de la barbarie me ha vuelto a sobresaltar. Sobresaltar porque en estas magníficas cavidades de 1.500 metros de longitud, de origen marino, modelados por las olas sus componentes calizos, arcillosos y cuarcíticos, con restos de pinturas rupestres paleolíticas y neolíticas, se visitan sin guía que te acompañe. No es que hagan mucha falta como tales, pues el recorrido es fácil y de limitada dificultad, pero dejar al personal por libre, sin vigilancia personal ni electrónica resulta desastroso: la constancia de nombres y de fechas se superponen a restos de pinturas prehistóricas, las arrasan, como también arrancan puntas de disoluciones carbonatadas o pisotean corrientes discretas de agua que discurren entre los huecos de las rocas.
Preguntando en la entrada por la razón de esta falta de personal de acompañamiento, la respuesta es la de tantas en otros tantos lugares (me ocurrió recientemente en la antigua y celebérrima ciudad romana de Herculano -Patrimonio de la Humanidad-, con salas cerradas al público): falta de personal contratado para esos menesteres.
¡Así nos luce el pelo! La ignorancia campando y devorando a sus anchas, y el patrimonio de milenios ultrajado por los que bien harían con quedarse tomando vinazo en la taberna.

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