BADAJOZ EN EL
PROYECTO DE PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
Moisés Cayetano Rosado
Doctor en
Geografía e Historia
He
visitado gran parte del patrimonio monumental referente a fortificaciones
abaluartadas de España y Portugal. Conozco también buen número en Francia,
Holanda, Bélgica, Italia (los cuatro países pioneros, junto a los de la
Península ibérica en este tipo de construcciones), así como otros de Rumanía, Croacia,
Turquía, Marruecos, Malta, Cuba, Santo Domingo… donde se manifestó el genio
creador de matemáticos e ingenieros de los siglos XVI al XIX en su máximo esplendor.
Creo que
la Raya Ibérica presenta la mayor riqueza y variedad del mismo, teniendo
magníficas representaciones del Renacimiento y del Barroco, lo que le ha valido
a Elvas la calificación de Patrimonio de la Humanidad. Y es que esta Plaza -como,
aún más, todo el conjunto- significa un ejemplo único de valor universal,
representante de una frenética época de enfrentamientos bélicos y adelantos técnicos.
Y ocurre
que Badajoz está en el mismo medio de ese tesoro inigualable, habiendo sido
protagonista de los mayores enfrentamientos de los siglos XVII, XVIII y XIX, lo
que ha conformado el levantamiento de sus murallas abaluartadas, adaptándose a
la pirobalística, al fuego de cañones, cada vez más potentes.
Pero
desde mediados del siglo XIX se ha ido borrando esa “huella histórica” y
“herencia artístico-patrimonial”, aduciendo razones de expansión urbana,
salubridad ambiental (el problema de los fosos…) y peligros de derrumbes,
ruinas, etc., hasta conseguir lo que ha sido una de las más dañinas actuaciones
sobre patrimonio abaluartado de cuanto conozco.
Comenzaron
durante la II República (abriendo brechas en el amurallamiento), a pesar de que
ya existía la Carta de Atenas (1931) que
condenaba estos atentados, y a pesar también de la Ley republicana de Protección
del Tesoro Artístico Nacional de 1933, que seguía los dictámenes de dicha
Carta.
Se
ahondaron los terribles destrozos en los años sesenta, años de “boom
inmobiliario”, arrasando cuarteles, instalaciones complementarias, cortinas de
murallas, el Fuerte de Pardaleras y el Baluarte de San Juan -al lado de Puerta
Pilar-, además de ocupar fosos y glacis y colmatar espacios interiores con todo
tipo de construcciones.
Ello a
pesar de la proclamación de la Carta de Venecia, en 1964, que condenaba estos
atentados, actualizando los criterios de conservación y restauración de la
Carta de Atenas. Además, la legislación española del momento no se apartaba de
estos dictámenes, por lo que se contó con la oposición de la
Delegación Provincial de Bellas Artes (siendo el delegado Manuel Terrón
Albarrán, apoyado por el Director General, Gratiniano Nieto, que se persona en
la ciudad), llegándose a un acuerdo final con el Ayuntamiento que impidió
mayores desastres.
Pero los problemas seguirían, en forma
de desatención, abandono y ruina. Y al llegar el siglo XXI se manifiestan en el
arrasamiento total del interior del Fuerte de San Cristóbal (“la joya
abaluartada de la ciudad”), rompiendo con su “lectura histórica”, lo que
condenan los convenios internacionales, especialmente la “Carta de Nara en
Autenticidad”, de 1994, y que recoge la UNESCO en sus exigencia preliminares: “autenticidad”
e “integridad”, para ser calificado un Bien.
Ocurre que Badajoz tiene doble
oportunidad de ser declarada Patrimonio de la Humanidad. Una, como “Extensión”
de Elvas (que lo es desde 2012 por sus fortificaciones), ya que ambas
“explican” sus fortalezas por la presencia de la antagonista, por sus
enfrentamientos, que “forzaron” las defensas fortificadas. La otra, como
componente de la “Raya Abaluartada Luso-española”, que ha entrado en la Lista
Indicativa (paso previo para la calificación) de Portugal en mayo de este año.
A pesar de todo este continuo maltrato a
nuestro patrimonio, de este triste “liderazgo” mundial en el desprecio y
arrasamiento, y la torpeza restauradora de los últimos tiempos y actuales, aún
podría ponerse remedio con lo que queda en pie.
Liberar de construcciones obsoletas los
exteriores de la muralla en ese gran espacio comprendido entre el Baluarte de
San Roque (donde está el Palacio de Congresos) y Puerta Trinidad, realzando
escarpa, recuperando fosos y lo que se pueda de contraescarpa. Eliminar
arboleda obstaculizadora de todo el perímetro de la escarpa, especialmente
entre el Baluarte de Santa María (donde está el Colegio Lope de Vega) y la
Alcazaba, así como entre el Baluarte de Santiago (donde está la Policía
Nacional) y Puerta de Palmas. Realzar el entorno del Revellín donde se
encuentra el Auditorio Ricardo Carapeto, en el Parque Infantil. Dignificar la
Poterna situada en ese Parque. Recuperar los glacis del Fuerte de San Cristóbal
y potenciar en su interior la formación de un Museo de las Fortificaciones.
Realzar el valor del Hornabeque de Puerta de Palmas, acondicionando sus glacis.
Revitalizar el Revellín de San Roque, restaurando el camino cubierto y glacis
de alrededor. Restaurar lo que resta del Fuerte de la Picuriña. Olvidarse del
hormigón armado en las reconstrucciones (tremendo caso del interior del Baluarte
de la Trinidad, aún en obras). Poner en valor la galería de fusileros del
Baluarte de San Pedro, al lado de la Torre de Espantaperros, así como de otros
baluartes…
En fin, echarle ganas y buena voluntad.
Cambiar la serie de desaciertos, por unas actuaciones en lo que Elvas nos puede
servir de ejemplo provechoso.