INCOHERENCIA POLÍTICA O LA FORMA DE LLENARSE LOS BOLSILLOS
Estoy en Galicia. Oigo a los políticos gallegos lamentarse de la crisis que nos azota "a todos". Compungidos, hablan de apretarse el cinturón, de hacer un esfuerzo entre todos para salir hacia adelante. Pero leo los periódicos de cada día. La inmensa mayoría cobra más de tres veces el salario medio gallego; no solo diputados, sino alcaldes, concejales, los múltiples asesores de los anteriores.
Son muchos los alcaldes que se llevan del erario público más de 50.000 euros al año. Y rigen poblaciones de 2.000 habitantes, y de menos. Lloriquean ante los micrófonos públicos, pero se llenan los bolsillos, como si fueran niños con canicas: no se sacian y están dispuestos a cargar con muchas más.
¿Cuál es la credibilidad que pueden tener ante escándalo semejante, que no es únicamente de Galicia, sino común en todo el territorio "patrio", y en el vecino, y en los demás vecinos? Sube el IVA y el IBI; sube el peaje de autopistas, suben los precios de todos los productos. Bajan los sueldos, se hurtan pagas extraordinarias, se aumenta el horario laboral de los que tienen "curro"... El desempleo juvenil sobrepasa el 60% de los demandantes de trabajo; muchos de los que lo tienen van perdiéndolo, por causa de los desmoronamientos en cadena de la crisis más profunda de los últimos 80 años. Se pierden derechos laborales, sindicales, sociales (en educación, sanidad, atención a la dependencia, vivienda...). Pero los políticos gallegos (y los no gallegos) se limitan a "predicar y comer trigo". O sea, la ley del embudo: lo ancho para mí y lo estrecho para los demás. ¡Y que se caiga el mundo!
Estoy en Galicia y parece que estuviera en un "país das bananas", como decían mis amigos portugueses cuando se les "escapaba" la Revolução dos Cravos por los recovecos de las políticas de conveniencia, en tanto unos cuantos se aprovechaban de lo lindo. Es la incoherencia política, la incoherencia de unos políticos aprovechados y egoístas, cínicos, insaciables, que parecen preocuparse exclusivamente de llenarse los bolsillos, en tanto derraman lágrimas de cocodrilo, que cada vez más gente comprende en su enorme hipocresía.
Es lo que hay.
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