sábado, 21 de julio de 2012

NUEVA EMIGRACIÓN

        Me preguntan estos días desde diversos medios de comunicación sobre las tendencias migratorias que pueden producirse en los próximos años, en vista de que crece el número de españoles, portugueses, italianos... que salen de sus respectivos países con destino laboral a Gran Bretaña, Alemania, Canadá, Estados Unidos...

        Hemos sido los países de la Europa Mediterránea históricamente exportadores de mano de obra. Desde el descubrimiento de América, y sobre todo desde mediados del siglo XIX. Y aquella masiva emigración sirvió para aliviar las cifras de paro y la miseria de los lugares de origen, además de proporcionar divisas que equilibraron nuestras balanzas de pago nacionales, tan negativas en lo comercial. Sin embargo, no llevó nunca  un desarrollo estructural y seguiríamos dependiendo en Portugal, España, Italia, Grecia, de la riqueza generada por el turismo y de las divisas proporcionadas por las inversiones extranjeras y las remesas de emigrantes.

        Llegamos a vivir una época dorada a finales del siglo XX y principios del XXI, cuando hemos sido receptores de emigrantes venidos del Magreb, de Latinoamérica y países del Este de Europa, en cantidades ingentes, nunca vistas.

        Sin embargo, la crisis de los últimos años ha demostrado lo débil de nuestra estructura económica. Y cuando se ha paralizado el boom del sector de la construcción, quebrado el crédito bancario, retraído el turismo y las inversiones foráneas, así como frenado los envíos de nuestros antiguos emigrantes, de nuevo hemos pasado a la situación de partida: emigrar porque ni hay trabajo ni perspectivas de tenerlo a corto y medio plazo. Con una diferencia: ahora no se demanda mano de obra indiscriminada, sino trabajadores cualificados y no en las cifras masivas de las etapas anteriores.

        Ingenieros fundamentalmente, sabiendo idiomas y manejando los medios informáticos, son los que encuentran salidas estables; personal sanitario y técnicos en ramas electrónicas, mecánicas y similares, también pueden aspirar a empleos en los nuevos -viejos- países de promisión. El resto, la gran mayoría, no tienen perspectivas ni dentro ni fuera de nuestros países mediterráneos. Algunos marchan "a la aventura", como en los viejos tiempos. Como los subsaharianos que últimamente nos llegaban. Dándole vueltas a la manivela de la historia, que parece condenada a repetirse en estos lugares de siesta y caciquismos con nuevos utillajes, que no supieron ni quisieron aprovechar la riqueza que los mismos emigrantes y el atractivo de nuestros lugares (turismo e inversiones de fuera) proporcionaron, cuando las" vacas gordas" que ya se han esfumado.

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