jueves, 4 de octubre de 2012


EL TREN DE LA MEMORIA
Por MOISÉS CAYETANO ROSADO
La 2 de Televisión Española repuso en la noche del dos de octubre la película documental El tren de la memoria, de 2005.  Ochenta y cinco minutos de filmación dirigidos por Marta Arribas y Ana Pérez, en que se relata la emigración a Europa de los años sesenta del pasado siglo, a través de entrevistas a protagonistas de aquel éxodo, con el hilo conductor de un tren que lleva a uno de ellos, Josefina, con destino a Núremberg, recuperando también imágenes triunfalistas del NODO, que contrastan con la cruda realidad narrada.
No pude evitar superponer a las crudas imágenes de aquellos viajes interminables, de aquella dificultad en el nuevo trabajo -tan desconocido, alienante-, de aquella vida tan dura en barracones, de aquella falta de infraestructuras, comodidades, comprensiones… con lo que yo mismo viví  camino de Barcelona: los autobuses piratas que tardaban 22 horas en dejarnos en los núcleos industriales; las cadenas productivas tan diferentes del trabajo agrario del que procedía la inmensa mayoría; los barrios de latas, barracas, chabolas, sin servicio alguno; las marginalidad…  todo lo que decía el escritor Francisco Candel en Donde la ciudad cambia su nombre, novela desgarradora de la emigración en Cataluña.
Fotograma evocativo, de "El tren de la memoria".
Y no pude olvidar tampoco volver la vista a los millones de inmigrantes latinoamericanos, magrebíes, europeos del este, que aquí malviven en la mayoría de los casos, no muy ajenos a lo que relata la película de Europa Occidental y de lo que me tocó ver  en las aglomeraciones industriales del interior. Esa necesidad de ahorro para enviarlo a sus familias en el lugar de origen: hijos, marido/mujer, padres desasistidos…; esa utopía de volver enseguida, amparados por unos ahorros que no llegan, como tampoco llega el tiempo de la vuelta.
Y el final. Otra vez el mismo final de siempre: la crisis (aquella comenzada en 1973) que llevó al paro a emigrantes y nativos; la enemistad entre ambos; el reproche de que “nos quitan el trabajo”; el retorno difícil y tantas veces imposible, “aunque sobramos en el lugar de recepción”. Pero también “se sobra” en la tierra de origen, porque ya no se es de ningún sitio; porque se ha desdoblado y a veces nublado la propia identidad.
Gran película, gran documental, firme denuncia de ese tráfico humano que provocó/provoca la necesidad, transformando un derecho (la libre circulación de los trabajadores) en una obligación llena de incomprensiones. Y de nuevo jóvenes españoles, portugueses, griegos, italianos (como entonces, aunque esta vez  cualificados en su mayoría) piensan en las maletas que deben preparar por esta nueva crisis que nos deja otra vez en la estación de las partidas.

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