GRANDES CENTROS COMERCIALES Y CREACIÓN DE PUESTOS DE
TRABAJO
Por MOISÉS CAYETANO ROSADO
Cuando en
una población se abre un gran centro comercial siempre circula por boca de los
políticos locales el mismo discurso -al dar las licencias de obras, de apertura,
al inaugurar los inmensos y múltiples locales-, al lado de los encorbatados
accionistas, directivos y gestores sonrientes: “Con esta operación se van a
crear mil, diez mil, tropecientos mil nuevos puestos de trabajos directos e
inducidos”.
Y cuando
en estos actos se habla -siempre se habla- de ampliar los tiempos de apertura,
de libertad de horarios, de hacer tabla rasa de domingos y festivos, vuelven
con la misma “lenga-lenga”: al poder comprar a cualquier hora y cualquier día
de la semana, se activa el consumo y por tanto la producción y por
consiguiente… ¡la creación de puestos de trabajo!
Como
estamos en esta horrible, interminable crisis, esto suena a música celestial.
Se juega con los sentimientos impulsivos, con la irracionalidad.
¿Creación
de puestos de trabajo? ¡Ah, sí, claro! Porque si abren más establecimientos
comerciales habrá más trabajadores atendiéndolos, y si se mantienen en servicio
más horas y días pues hacen falta más dependientes, cajeros/as, reponedores/as,
vigilantes de seguridad, transportistas, etc.
O sea, sumamos
a los pequeños y medianos comercios, así como a los otros super-centros ya
existentes, los gigantes que se aposentan. ¡Nadie cierra! ¡Todos venden! ¡Viva
la oferta creciente al infinito que mantiene su estela y no apaga llama alguna,
por muy pequeñitas que alguna sea!
Es decir,
la creación de macro-centros comerciales no arruina ni a la pequeña tienda de
barrio, ni a los grupos comerciales en cadena de cascos antiguos, ni a las
modernas instalaciones -minimalistas- de los barrios de expansión. ¡A todos
atendemos los ciudadanos consumistas!
Nos
compramos unas zapatillas de deporte en la tienda de la esquina, otras en el
supermercado y en el hipermercado de extrarradio.
Nos
llevamos la cesta de la compra con un pan adquirido en cada lado, con las
botellas de leche y las de vino, multiplicadas por tres, por cuatro, por las
veces que sea… ¡porque tenemos mucha oferta y así la aprovechamos!
Y, claro,
si abren a todas horas y días, pues repetimos la operación con nuevas multiplicaciones
de lámparas, cestitos para perros, relojes de pulsera, perfumes para el coche,
cinturones a juego con sombreros, periódicos del día… ¡qué es la guerra!
Así, por
supuesto, se crean puestos de trabajo sin destrucción alguna. Es cuestión de
comprar las docenas de huevos, las sardinas, jamones, bufandas, guantes,
zapatos de tacón y planos, el premio Planeta de novela, mascotas, pienso para
gatos, frigoríficos, televisores, cámaras de fotos, mancuernas deportivas… en
un lado y en otro, ¡y con doble, triple pase por cajas ante la ampliación tan
cómoda de horarios! Si no, creo, alguno quebraría: el tendero de al lado, el
pequeño empresario de comercio, alguna superficie comercial mediana…
Ahora,
entre Badajoz y Elvas, como abanderado transfronterizo, se ha inaugurado un
monstruo comercial: “El Faro del Guadiana” (¡vaya nombre para gente de
secano!): ¡Qué alegría de puestos de trabajo multiplicados hasta lo
inconcebible! Lástima que a casi dos meses de apertura las cifras de paro de la
zona hayan crecido y empiecen a cerrar algunas tiendas, con un espíritu de
contradicción que parece hecho solo para fastidiar a nuestros buenísimos
políticos, tan preocupados -los pobres- con sacar de la chistera imaginarios
puestos de trabajo.
Muy buenas, Moisés. Te voy a dar mi punto de vista al respecto. Un centro comercial de esta envergadura, es muy beneficioso para una ciudad como Badajoz por, entre otros, los siguientes motivos:
ResponderEliminar- Atrae un mayor número de visitantes a la ciudad que antes no venían, y se dejan el dinero aquí (de toda Extremadura y de Portugal).
- Es verdad que puede hacer que los establecimientos de toda la vida vendan menos, o incluso, que alguno venda menos de lo que necesita para justificar tener abierto un negocio, y por tanto, se vea obligado a cerrarlo. Sin embargo, en el cómputo global, el número de trabajadores contratados es mayor, y de esta forma, aunque algunos particulares se vean afectados negativamente, los que se ven afectados de forma positiva son mayores.
- Ayuda a activar empresas que, no siendo del ámbito comercial, están pasándolo mal, y gracias a los servicios que un centro de estas características requiere (tanto en la construcción, como en el posterior mantenimiento) son capaces de tirar para adelante con su negocio.
- Aumenta el consumo, por lo que aumentan los ingresos para las arcas municipales.
- Al recibir una afluencia tan grande de gente, se hace necesario mejorar las infraestructuras.
- Dan publicidad a la ciudad, y logran que, viajantes de paso, que en condiciones normales pasarían de largo, hagan una parada (esto lo digo basado en mi propia experiencia, ya que por trabajo, me veo obligado a viajar mucho, y gracias a los centros comerciales, encuentro un lugar donde hacer mis paradas para comer a un precio módico sin tener que perder tiempo en entrar en la ciudad en cuestión y, además, puedo entretenerme un rato con el ocio o las tiendas antes de proseguir mi camino).
- Da oportunidad de trabajo para mucha gente que, no encontrando allí el empleo de su vida, sí tienen la posibilidad de trabajar, cosa difícil en el pequeño (y familiar) comercio.
- Si además abren más horas y más días, lo hacen en horarios en que la gente no suele trabajar, lo que facilita que quien tiene que hacer sus compras, y no puede hacerlo los días laborables (aunque no lo crea mucha gente, algunos trabajamos desde que comienza la mañana hasta bien entrada la noche) puedan encontrar un lugar donde hacerlas.
Por último, decir que el enemigo del pequeño comercio no son los grandes centros comerciales (aunque fastidien un poco), sino el mayor centro comercial del mundo: Internet.
A José Antonio: La verdad es que no sé si eres accionista de El Faro, economista interesado o pacense nacido en otra galaxia, o quizás las tres cosas, además de ciego, y perdona mi osadía sin conocerte pero por lo que te leo, te defines como yo lo voy a hacer de inmediato. Además, un tipo de tales caracteristicas, es obvio que no sabe o mejor, " no quiere leer” lo que magistralmente expone Moisés, y seguramente a ti es de los que te ha afectado la crisis, me refiero a la de valores, evidentemente sí no la económica ni lo sé ni me importa, allá tú con tu esquema de vida.
ResponderEliminarEn estos tiempos que vivimos, mejor utilizar el sarcasmo, la ironía y el retruécano, que no el conformismo, el sí, el amén a todo, y el comulgar con las ruedas de estos molinos de viento que a modo de Quijotes burlones se quieren reír de nosotros, los ciudadanos que no consentimos tanto desmán, abuso, prepotencia y caradura, queriéndonos vender el bálsamo de Fierabrás a modo de El Faro, que por cierto, amalgama de franquicias, el noventa por ciento de capital externo, que además de explotar vilmente a los trabajadores, ya ha comenzado la ristra de despidos, y que ofrecen una falsa aldea global de éxito que hace que el borreguismo incentivado por mensajes manipulados, y por lo tanto, dañinos, acuda como abejita domesticada al panal de la vergüenza en forma de productos, normalmente fabricados por mano de obra paupérrima, y pagados a precio de vellocino. Por lo que no nos vengas con tales mandangas de progreso mal entendido, de visitantes mal avenidos, de publicidad mal concebida y peor rentabilizada, de falsas oportunidades de trabajo y de activación de empresas, más bien, como digo, de proliferación de clones empresariales y sin criterio por parte de los franquiciados, que tanto beneficio genera para unos cuantos bolsillos, que previamente sus dueños se han reído vilmente, además de calentarles el ego, y otras cosas, de aquellos políticos de tres al cuarto, por muchos años de poltrona que sumen, que glosan sus iniciativas a tutiplén, en vez de darles una patada en el culo y dejarnos a los extremeños y pacenses con nuestra jodida deriva y nuestras querencias, que al menos seguiremos siendo asina, y del coló de la tierra, pero no por ello torpes, conformistas y sumisos, eso lo dejamos para los adláteres de aquellos que se creen que resuelven problemas y lo que hacen es generar inquina, desasosiego y una desconfianza tal que así le va a este país, aún llamado España, aún preguntándome por qué y para qué.