DESALOJO
Y COPA MUNDIAL DE FÚTBOL
Moisés
Cayetano Rosado
Como entre el 12 de junio y el 13 de julio de este año se
celebrará en Brasil la XX edición de la Copa Mundial de Fútbol, ha de ser
ocultado el espectáculo de la pobreza para que brille en todo su esplendor el
festival de los millones.
Ernesto Sábato exclamaba en su obra memorialística
"Antes del fin" (comparable en desgarro, ternura y sencilla
monumentalidad a “Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez): "¡Qué horror, el
mundo!", evocando a un niño que mendigaba en un café de Buenos Aires y le
pintó una casa con flores, ventanas y cortinas, de gran chimenea con humo de
colores. “Esa magia encantatoria de los niños que ni la miseria pareciera
borrar”, escribiría.
Qué horror, el carnaval del mundo “que en loca
algarabía/gozaba y se reía”, cantó Carlos Gardel desde ese Buenos Aires querido
que compartieron, donde yo también he visto niños rebuscar en la basura del
lujoso, céntrico, Café Tortoni.
Hay que dar "buena imagen" ante los grandes
acontecimientos futboleros, y "sobran" los
excluidos.
Y es así que me detengo ante una foto que muestra lo que se cuece en
la trastienda de ese gran espectáculo que mueve multitudes.
Qué impresionante la
mirada de angustia y desamparo de ese hombre joven que lleva en sus brazos a
dos críos desolados. Mirad como sostiene el niño su zapatilla derecha,
presionando con los dedos; cómo aprieta los brazos el hombre, protegiendo: es
la mínima defensa de lo suyo. También la imagen del policía impacta; ¿se limpia el sudor?, ¿contiene la emoción
ante lo desgarrante? Sabe seguramente que su papel es tremendo, defendiendo una
legalidad que atropella a los débiles, queriendo hacerlos invisibles.
Es la trastienda del juego
del balón: el juego de la vida golpea a los de siempre, por siempre y para
siempre.
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