domingo, 9 de septiembre de 2012


LA EDUCACIÓN PROHIBIDA

Por MOISÉS CAYETANO ROSADO
Cuando aún no hace un mes que se lanzó por internet y en salas “alternativas” la película La educación prohibida, ya se ha convertido en un fenómeno mundial de masas, con cientos de miles de descargas, millones de reproducciones en web, cientos de exhibiciones en todo el mundo y decenas de miles de seguidores en facebook y en twitter. Cualquier persona -insisten sus creadores- tiene derecho a copiar la obra, a modificarla y a difundirla cómo quiera, siempre que sea sin fines comerciales.
Lo más curioso es que La educación prohibida toca un tema poco comercial: cuestiona los cimientos de la educación occidental, sus métodos, su sistema competitivo basado en calificaciones. Esta película documental ha hecho “más de 90 entrevistas a educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres; un recorrido por 8 países de Iberoamérica (Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, México, Guatemala y España), pasando por 45 experiencias educativas no convencionales”, como señalan en su web, mostrando prototipos educativos  alternativos a la educación alienante, basados en la comprensión, el amor, la libertad, creatividad y solidaridad.
Y es que, como afirmaba Gilliard, uno de los teóricos de la desescolarización, “la escuela es un taller de esterilización. Se le dan niños normales y ella se esfuerza en convertirlos en hombres retrasados”. O como se quejaba el escritor George Bernard Shaw: “Desde muy niño tuve que interrumpir mi educación para ir a la escuela”, pues esa ha sido tantas veces la función de las instituciones educativas: cortar la educación, el espíritu creativo, crítico, investigador, innato en cada uno de nosotros, para dotarnos de la suficiente dosis de conformismo y docilidad, egoísmo y unidireccionalidad, haciendo de nosotros maquinaria instruida, capacitada para arrollar en medio de la adoración por el competitivismo individualista, insolidario y ciego.
Comienza esta película revulsiva de casi dos horas y media por unas escenas de animación gráfica en que nos presenta el recurrente mito de la caverna de Platón, intercalando escenas escolares de suplantación de la realidad por exposición académica tomista y manipuladora. Pasa después a enriquecedores testimonios de todo tipo de agentes educativos que nos van situando dinámica y suavemente ante la realidad educativa occidental, tan adecuada al tiburonesco mundo del mercado, dejando patente su marcado caínismo, su guerra sin cuartel donde “cada uno es un lobo para el otro -como decía Baltasar Gracián-, si ya no es peor el ser hombre”, al tiempo que plantean alternativas liberadoras, humanistas y llenas de respeto por la dignidad y particularidad de cada uno.
La educación prohibida plantea, así, una alternativa en la línea de la Escuela Nueva, movimiento pedagógico europeo de hace un siglo, que tuvo su continuación en la Educación liberadora, de los pedagogos progresistas latinoamericanos de mediados de siglo, y en los movimientos de tintes socialistas y anarquistas, que dieron algunos resultados ejemplarizantes, como la Escuela de Summerhill, de Alexander Neill o la Escuela de Barbiana, de Lorenzo Milani, para llegar a la Desescolarización obligatoria, iniciada por Iván Illich y Paul Goodman, con base en las teorías roussonianas.
Los propios creadores de este film dinámico, dialéctico, argumental y fluido, lleno de personajes que encaran su participación con mirada limpia y argumentos comprensibles para todos, se preguntan: “¿Por qué Occidente (y medio mundo imitándole) todavía base sus sistema educativo en un modelo nacido en la Prusia militar del siglo XIX? ¿Por qué la educación se basa en un sistema competitivo que no incentiva el trabajo en equipo y la creatividad?”. Quisieran, claro, un sistema educativo que erradique la unilateralidad, la rigidez bisoña, la disciplina alienante, y se abra a la solidaridad, el espíritu cooperativo, la ayuda mutua…
Pero la respuesta a sus preguntas están en el propio sistema socio-político que nos toca vivir: basado en el éxito personal e intransferible, en la absoluta individualidad, en la competitividad y la lucha por llegar “el primero”… porque esa es la esencia deportiva de la vida, donde, volviendo a Baltasar Gracián, “cada hombre es un lobo para el hombre, o aún peor”. Ya lo había dicho Plauto hace 2.200 años y popularó Hobbes en el siglo XVIII, una centuria después de que Gracián lo hiciera en “El Criticón”, que la pedagoga Ángeles Galindo reinterpreta, exponiendo: “Cada hombre está solo en la lucha del mundo, pues no se trata de una lucha de clases en la que cabe la solidaridad. Es algo más profundo: el hombre está solo en la lucha por la vida”.
¿Es ese nuestro destino? ¿El destino cruel de los pueblos condenados a la miseria por los detentadores de los poderes económicos del mundo? ¿El de los jóvenes y menos jóvenes, familias, sin empleo, sin recursos y sin expectativas de lograrlo, sino solo los que “llegan primero a la parada del bus donde únicamente cabe uno” (léase oposiciones laborales y/o funcionariales)?
La educación prohibida -con un lenguaje cinematográfico sencillo y directo- pretende darnos un mensaje alternativo, esperanzador, tras criticar con dureza al sistema imperante. ¡Ojalá que la luz que señalan sea la salida del túnel que parece que no se acaba nunca!
https://www.facebook.com/ (Moisés Cayetano Rosado)

No hay comentarios:

Publicar un comentario