LA EDUCACIÓN PROHIBIDA
Por MOISÉS CAYETANO ROSADO
Cuando aún no hace un mes que se lanzó por internet y en
salas “alternativas” la película La educación prohibida, ya se ha
convertido en un fenómeno mundial de masas, con cientos de miles de descargas,
millones de reproducciones en web, cientos de exhibiciones en todo el mundo y
decenas de miles de seguidores en facebook y en twitter. Cualquier persona -insisten sus creadores-
tiene derecho a copiar la obra, a modificarla y a difundirla cómo quiera,
siempre que sea sin fines comerciales.
Lo más curioso es que La educación prohibida toca un tema poco comercial:
cuestiona los cimientos
de la educación occidental, sus métodos, su sistema competitivo basado en
calificaciones. Esta película documental ha hecho “más de 90 entrevistas a
educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres; un recorrido
por 8 países de Iberoamérica (Argentina, Uruguay,
Chile, Perú, Ecuador, Colombia, México, Guatemala y España), pasando
por 45 experiencias educativas no convencionales”, como señalan en su web, mostrando
prototipos educativos alternativos a la
educación alienante, basados en la comprensión, el amor, la libertad,
creatividad y solidaridad.
Y es que, como afirmaba Gilliard, uno de los teóricos de la desescolarización, “la escuela
es un taller de esterilización. Se le dan niños normales y ella se esfuerza en
convertirlos en hombres retrasados”. O como se quejaba el escritor George
Bernard Shaw: “Desde muy niño tuve que interrumpir mi educación para ir a la
escuela”, pues esa ha sido tantas veces la función de las instituciones
educativas: cortar la educación, el espíritu creativo, crítico, investigador, innato
en cada uno de nosotros, para dotarnos de la suficiente dosis de conformismo y
docilidad, egoísmo y unidireccionalidad, haciendo de nosotros maquinaria
instruida, capacitada para arrollar en medio de la adoración por el
competitivismo individualista, insolidario y ciego.
Comienza esta película revulsiva de casi
dos horas y media por unas escenas de animación gráfica en que nos presenta el
recurrente mito de la caverna de Platón, intercalando escenas escolares de
suplantación de la realidad por exposición académica tomista y manipuladora.
Pasa después a enriquecedores testimonios de todo tipo de agentes educativos
que nos van situando dinámica y suavemente ante la realidad educativa
occidental, tan adecuada al tiburonesco mundo del mercado, dejando patente su marcado
caínismo, su guerra sin cuartel donde “cada uno es un lobo para el otro -como
decía Baltasar Gracián-, si ya no es peor el ser hombre”, al tiempo que
plantean alternativas liberadoras, humanistas y llenas de respeto por la
dignidad y particularidad de cada uno.
La educación prohibida
plantea, así, una alternativa en la línea de la Escuela Nueva, movimiento pedagógico europeo de hace un siglo, que
tuvo su continuación en la Educación
liberadora, de los pedagogos progresistas latinoamericanos de mediados de
siglo, y en los movimientos de tintes socialistas y anarquistas, que dieron
algunos resultados ejemplarizantes, como la Escuela
de Summerhill, de Alexander Neill o la Escuela
de Barbiana, de Lorenzo Milani, para llegar a la Desescolarización obligatoria, iniciada por Iván Illich y Paul
Goodman, con base en las teorías roussonianas.
Los propios creadores de este film dinámico, dialéctico,
argumental y fluido, lleno de personajes que encaran su participación con
mirada limpia y argumentos comprensibles para todos, se preguntan: “¿Por qué
Occidente (y medio mundo imitándole) todavía base sus sistema educativo en un
modelo nacido en la Prusia militar del siglo XIX? ¿Por qué la
educación se basa en un sistema competitivo que no incentiva el trabajo en
equipo y la creatividad?”. Quisieran, claro, un sistema educativo que erradique
la unilateralidad, la rigidez bisoña, la disciplina alienante, y se abra a la
solidaridad, el espíritu cooperativo, la ayuda mutua…
Pero la respuesta a sus preguntas están en el propio sistema
socio-político que nos toca vivir: basado en el éxito personal e
intransferible, en la absoluta individualidad, en la competitividad y la lucha
por llegar “el primero”… porque esa es la esencia deportiva de la vida, donde,
volviendo a Baltasar Gracián, “cada hombre es un lobo para el hombre, o aún
peor”. Ya lo había dicho Plauto hace 2.200 años y popularó Hobbes en el siglo
XVIII, una centuria después de que Gracián lo hiciera en “El Criticón”, que la
pedagoga Ángeles Galindo reinterpreta, exponiendo: “Cada hombre está solo en la
lucha del mundo, pues no se trata de una lucha de clases en la que cabe la
solidaridad. Es algo más profundo: el hombre está solo en la lucha por la
vida”.
¿Es ese nuestro destino? ¿El destino cruel de los pueblos condenados a la
miseria por los detentadores de los poderes económicos del mundo? ¿El de los
jóvenes y menos jóvenes, familias, sin empleo, sin recursos y sin expectativas
de lograrlo, sino solo los que “llegan primero a la parada del bus donde únicamente
cabe uno” (léase oposiciones laborales y/o funcionariales)?
La educación prohibida -con un lenguaje cinematográfico
sencillo y directo- pretende darnos un mensaje alternativo, esperanzador, tras
criticar con dureza al sistema imperante. ¡Ojalá que la luz que señalan sea la
salida del túnel que parece que no se acaba nunca!
https://www.facebook.com/ (Moisés Cayetano
Rosado)
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