jueves, 27 de septiembre de 2012


UNA “ESCUELA VIVA” EN EL RECUERDO

Por MOISÉS CAYETANO ROSADO

Este verano moría Paco Fernández Cortés, creador de “Escuela Viva”, un movimiento pedagógico práctico que tuvo su desarrollo en el pueblecito extremeño de Orellana la Vieja y que obtuvo una gran repercusión nacional e internacional, gracias a la difusión de sus publicaciones en la mítica editorial madrileña ZERO-ZYX, a principios de los años setenta, en los estertores de la dictadura franquista.

Ahora, con el comienzo problemático del curso escolar, donde nuevamente el fantasma de las estreches más extremas atenazan a muchos de nuestros jóvenes estudiantes, como ocurriera hace un siglo en las escuelas que retrata el periodista Luis Bello en su “Viaje a las escuelas de España” (y también de Portugal), cobrar relevancia esta figura íntegra que supo conjugar la instrucción académica con la educación ciudadana y la concienciación por la liberación de los seres humanos personal y socialmente, enfrentándose a la problemática cotidiana.

Inspirado en las ideas de la Escuela Nueva de principios de siglo XX y en la pedagogía liberadora Latinoamericana de mediados de siglo, Paco Fernández creó su peculiar, sereno, reflexivo, democrático, participativo, asambleario sistema de enseñanza, donde los principios de creatividad, investigación y crítica tenían prevalencia sobre el memorismo y alineación imperante.

Muy cercano a la Escuela de Barbiana, el movimiento pionero italiano liberador y autogestionario; pariente de la educación concienciadora del vienés Iván Illich, de la pedagogía del oprimido del brasileño Paulo Freire, con raíces hundidas en la Escuela por el Trabajo, del francés Cèlestin Freinet y del ruso Antón Makarenko, nuestro maestro de Orellana la Vieja creó su propia forma de educar, con tolerancia, inquietud científica y compromiso humano mediante el conocimiento, la permanente dialéctica y la explicación de las circunstancias del entorno (del cercano e inmediato, al más lejano), sin bajar la guardia ante la crítica y la autocrítica. Sus “asambleas en la escuela” eran un foro de saber, de confrontar, de escrudiñar -mediante el arma de la palabra- el sentido de todos los problemas de nuestras vidas cotidianas, llegando a la concienciación más firme y comprometida con la sociedad, tras el conocimiento de los hechos, basados en la investigación profunda, contrastada, comprometida y sistematizada.

 Era un gusto ver a sus alumnos preadolescentes analizar la realidad y ofrecer alternativas ante los problemas de la vida diaria, ante la losa opresiva de un pueblo condenado a la emigración y la penuria como era aquel en el que se desenvolvían.

          Hoy, muerto aquel pionero de la educación esencial, integral y profunda, con la que tantas veces se nos llena la boca que no nos deja ni masticar nuestras ideas para digerirlas como debiéramos; ante estas circunstancias terribles de penuria en que nos está colocando la crisis ocasionada por los manejos de los “grandes del mundo”… es bueno volver sobre su obra, su labor docente. Algo que en sus publicaciones sigue vivo, y en sus alumnos -ya personas en la madurez- cobra testimonio de lo que debe ser la educación para la vida, que no mera instrucción para colocarse en la orilla de los que se aprovechan de su saber para medrar, caiga quien caiga en el camino, sino liberación para una existencia más justa, feliz y solidaria para todos. 

4 comentarios:

  1. Muy buen artículo, mi estimado amigo y paisano Moisés; me ha gustado mucho por su gran nivel de contenido y su buen desarrollo. Se nota que dominas la materia por ser un docente decente... Siento la muerte de ese maestro extremeño. La muerte de un maestro es un libro que se cierra... Aquí te introduzco un poema a manera de recuerdo y homenaje. Felicidades por él y un abrazo extremeñamente fraterno de tu amigo
    Wenceslao Mohedas Ramos.
    Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona-

    A MI MAESTRO EXTREMEÑO
    Por maestro, por “padre”, por amigo,
    te dedico este lírico homenaje:
    un poema compuesto con bagaje
    de recuerdos, vivencias... que bendigo.

    Me sembraste, maestro, la semilla
    del cultivo ideal, que es la cultura,
    en parcelas mentales con ternura,
    con el lápiz, la goma, la cartilla...

    Dirigiste mis pasos inmaduros
    por las sendas angostas de las frases
    y, al compás de tus pasos y tus clases,
    fui ganando horizontes más seguros.

    Me enseñaste a soñar con otros mundos
    más allá de costumbres y rutinas
    y a volar tal las leves golondrinas
    por azules celestes más profundos.

    Me alumbraste –tal faro- mi sendero
    en la noche sin luna de mi infancia;
    disipaste mis sombras de ignorancia
    con la luz de tu espíritu sincero.

    Me rompiste en pedazos la pereza
    - telaraña en las mentes infantiles -;
    deshilaste los hilos tan sutiles
    de la venda interior de mi cabeza.

    Me iniciaste en el culto a los saberes
    en el templo sagrado de la escuela;
    despertaste mi mente en duermevela
    con la espuela especial de los deberes.

    Me libraste con libros del hastío
    de esas almas vacías de inquietudes,
    cultivando cosechas de virtudes
    culturales en campos de baldío.

    Me colmaste el vacío recipiente
    de mi mente sedienta de sapiencia
    y calmaste de angustias mi existencia
    con efluvios fluviales de tu fuente.

    Me prendiste la llama del lirismo
    -¡fervorosa pasión por la poesía!-
    que tornó mi tristeza en alegría
    y, en amor solidario, mi egoísmo.

    Me plantaste ilusiones, ideales,
    sentimientos... en tierra de bonanza
    y ya apunta hacia el cielo mi esperanza
    por encima de bienes materiales.

    Resolviste las dudas, los problemas
    que cubrían mi vida de ceniza;
    con la nívea blancura de tu tiza,
    me pusiste en claro mis dilemas.

    Tú le diste a mi vida otro sentido
    más ameno, más pleno, más sublime
    y mi pluma, maestro, te redime
    de las sombras voraces del olvido.

    A tan alta labor, qué bajo precio;
    tu sudor interior no ve el ingrato
    y te paga tu esfuerzo tan barato
    por cosecha invisible para el necio...

    Tu recuerdo indeleble va conmigo
    como un grato e ingrávido bagaje
    y estos versos son lírico homenaje
    al maestro y al padre y al amigo.

    Wenceslao Mohedas Ramos.

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    1. Como amigo de Paco y también como maestro, Wesceslao te felicito por tu magnifico poema, con el que también me identifico.
      Antpnio Cabanillas

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  2. Hola Moises soy Paco Fernández, el hijo de Paco, me alegra mucho leer esta entrada del blog y pensar que es posible que en este país se pueda ser "profeta" y que tantas ilusiones y trabajo de mi padre no cayó en saco roto, un sincero abrazo

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  3. Me alegra mucho que hayas entrado en mi blog y visto este comentario. Siempre estimé y admiré la labor de tu padre al que conocí y con el que pude compartir experiencias, ilusiones y amistad.
    Un abrazo.
    Moisés.

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