OLIVENZA Y SU DESVENTURADO
ANTIGUO CONVENTO DE LA CONCEPCIÓN
Moisés Cayetano
Rosado
Terminé hace poco de leer la monumental obra de
Luis Limpo Píriz Ajuda, último
puente-fortaleza de Europa, editado a finales de 2012, y ahora retrocedo en
el tiempo para embeberme en su Memorial
del Antiguo Convento de la Concepción en la Villa de Olivenza, editado con
el patrocinio de Caja Badajoz en 1999.
Ha merecido la pena este “buceo en el tiempo”,
pues la obra es fresca y oportuna como si se acabara de editar. Sus 126 páginas
se cierran en un momento glorioso para el monumento, pues tras años de olvido,
destrucción y pillaje, acababa de ser acertadamente rehabilitado y puesto en
valor como Escuela de Teatro y Danza de Extremadura. Ahora, clama por una…
nueva rehabilitación, tras otro injusto, injustificado e irresponsable
abandono, al trasladarse la Escuela de Teatro y Danza y quedar sin uso ni
mantenimiento este conjunto conventual, de extraordinaria, grandiosa capilla,
envidiable claustro, recias, notables dependencias en sus dos alturas.
Releer el trabajo de Limpo me hace recordar que
hace unos meses denuncié los derribos del interior del baluarte en que se
ubica, perpetrados bajo el irresponsable argumento de que allí se iba a ubicar
una Hospedería, que ni se hizo ni justificaba la ilegítima e ilegal
destrucción. Puede verse aquella
salvajada yendo al siguiente enlace de mi blog:
Pero… ¡volvamos al libro! Un trabajo
documentado, riguroso, como es costumbre en este prolífico autor. Al tiempo,
nos redescubre su vena poética, pues la investigación está plasmada con
lenguaje lírico, que alcanza momentos ensoñadores en su último apartado (antes
de unas notas finales de desafío a los historiadores para que profundicen en la
temática): “Meditación final. Discurso (…y ovillejo)”
En los tres bloques anteriores, hace un
recorrido histórico por el monumento, que corresponden a las tres etapas por
las que pasó: Como Convento, de 1556 a 1640; como Hospital, de 1645 a 1842; como
Cuartel, de 1842 a 1960.
Pero Luis no se limita únicamente a historiar su
evolución, sino que lo encaja en los avatares sufridos en el tiempo por la
población en que se construye, Olivenza, y de paso por todo el territorio de
influencia, en la Raya luso-española. Y así, dice que “la Guerra de
Restauración marca el inicio de un segundo ciclo bélico en la historia de
Olivenza que no se cerrará hasta la Guerra
de las Naranjas de 1801. El primer ciclo abarca los siglos XIV y XV. Le
pertenecen las murallas de D. Dinis, el alcázar de D. Afonso IV, la barreira fernandina, el cinturón de
atalayas, la cava y torre de D. João II. Incluso las murallas manuelinas y el
puente-fortaleza de Ajuda” (pg. 35). Será la Guerra de Restauração precisamente, con su barbarie e incidencia en
la zona, la que cambie el signo de Convento a Hospital.
Cuando Olivenza deja de ser plaza fuerte, a mediados del siglo XIX,
perdido el sentido de la defensa abaluartada, destruida en parte, también
cambia el destino de nuestro monumento, que sigue así las incidencias de los
enfrentamientos en la Raia/Raya. Pasa
a ser Cuartel para alojamiento de Carabineros y luego Guardia Civil, tan
atentos al “contrabando” de la zona, importante como en toda la frontera.
Pero, denuncia Limpo, “cuando las libertades
llegan a España y se constituyen en 1979 los primeros Ayuntamientos
democráticos, el estado que ofrecía el patrimonio monumental oliventino era de
un deplorable abandono y, en casos concretos como el de San Juan de Dios, de
ruina completa” (pg. 97).
Va a ser la gestión del Alcalde Ramón Rocha
Maqueda (a quien el autor dedica el libro, “a cuya iniciativa y constancia debe
Olivenza la recuperación de su patrimonio monumental” -pg. 9-) el que materialice
su compra al Ministerio de Defensa y consiga su recuperación, rehabilitación y
uso, tras largas gestiones y trabajos, a finales del siglo XX. Con ello,
termina -complacido e invitando a profundizar en la investigación- el volumen.
Volumen que ahora necesitaría de un nuevo
capítulo con las barbaries cometidas en los primeros años del siglo XXI,
pesadilla que el autor no podría entonces ni siquiera imaginar.
Es cierto que el abandono del patrimonio lleva aparejado su destrucción,triste es el que la historia y su legado importe tan poco a los que debieran velar por él.La llamada Fonte da Corna es un ejemplo de ese atropello,no hay ninguna explicación al destrozo cometido en esa fuente tan bella, hoy en el olvido más vergonzoso.Ya que usted se muestra tan sensible,me pregunto si todavía no es irreversible el poder restaurarla aunque fuera una réplica de lo que fué un día.Gracias,un oliventino.
ResponderEliminarNo es irreversible, como tampoco lo es el caso del Antiguo convento. Olivenza merece que se reconsidere.
EliminarAlentadora su respuesta,es primordial que personas a las que les resulta más sencillo recabar información acerca de los lugares históricos en peligro de desaparición,tengan un interés natural y cercano a que ésto no suceda,mis posibilidades de cooperar en esa labor me resulta cuanto menos imposible,sin embargo el cariño a Olivenza y a su historia hacen que trate de alguna manera de llamar la atención hacia los lugares que conocí y que se están perdiendo.Muchas gracias por todo y espero que tenga suerte en todo lo que se proponga.Seguiré a la escucha.
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