EL ARTISTA Y LA MODELO
Acabo de ver “El artista y la modelo”, película
de Fernando Trueba que definiría como “cine visual”, consciente de la posible
redundancia.
No es necesario conocer su breve y sugerente argumento.
No es preciso saber francés (idioma en que se expresan los personajes,
centrados fundamentalmente en los dos del título) ni leer los subtítulos en
español para entender de qué se trata: arte en su pureza; búsqueda de lo
sublime por parte de un escultor anciano que está de vuelta de casi todo (menos
de la obra artística decisiva); lo iniciático en una joven que tiene toda la
vida por delante; los tiempos de espera; de incógnitas del “viaje”, definitivo
o de paso hacia un nuevo estado.
Y todo ello con fotografía en blanco y negro
que recrea el paisaje, las miradas intensas de los personajes: desalentadas en
el artista, pese a una chispa de esperanza; expectantes en la modelo
improvisada, casual, sorprendida. Luces, sombras, gestos, silencios, paisajes…
Los “guiños” hacia la escultura en general son
una constante. A la clásica greco-romana y sobre todo al gran Auguste Rodin -especialmente
“El pensador”- , sin faltar la “Venus del Cuadro” de Velázquez. En ambos
referencias se recrea la magnífica labor fotográfica de Daniel Vilar.
Una "Pensadora", en "complicidad " con Rodin |
Una "Venus del Cuadro" velazquiana |
Film franco-hispano de 2012, con escasa
presencia en los cines comerciales, presentada en septiembre de 2012 en la
Sección Oficial del Festival Internacional de San Sebastián (Concha de Plata al
mejor director) y preseleccionada para los Premios Oscar en la categoría de “Mejor
película de habla no inglesa”.
Ciento cuatro minutos serenos, lentos, pero que
se nos van sin darnos cuenta, como la vida misma del artista -que ya echa el
ancla definitiva- y de la modelo -que va en busca de una nueva tras dejar atrás
las penalidades de la Guerra Civil en España y la ocupación alemana de Francia,
donde se refugia-.
Moisés Cayetano Rosado
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