miércoles, 29 de mayo de 2013

EL FORTE DE S. BRÁS: 450 AÑOS DE UTILIZACIÓN. USO Y EJEMPLO.


Moisés Cayetano Rosado
El actual Museu Militar dos Açores -ubicado en el Forte de S. Brás, en el Puerto de Ponta Delgada- se abrió al público en junio de 2006, obteniendo así el edificio (que sigue albergando el Cuartel General de la Zona Militar de las Azores) un uso para el disfrute y conocimiento general de la ciudadanía. Compatibiliza de esta forma, muy acertadamente, el destino militar para el que fue creado con el cultural, museístico, de expansión y recreo.
El Forte recibe el nombre de la primitiva ermita que había en ese lugar y es un símbolo ejemplar de la arquitectura militar renacentista-manierista, proyectado por el ingeniero italiano Rommaso Benedetto y construido entre 1560 y 1577. De planta cuadrada, con baluartes en las esquinas y amplio patio central, defendía a la ciudad contra la piratería y los corsarios, y fue el primer fuerte abaluartado construido en Portugal, al que seguirían en la época diversos más en estas islas frecuentadas por los cargamentos procedentes de las Indias Occidentales (América).
Bajo el reinado de Felipe I (Felipe II de España), resistió a las tropas francesas aliadas del Prior de Crato en 1582 y contuvo a las naves de guerra inglesas en 1585, con lo que su función de salvaguarda contra la piratería se vio relevada en gran parte por la de las luchas ligadas a las rivalidades “continentales”: en este primer caso, de la ocupación del reino de Portugal por la Casa de Austria, reinante en España.
Un primer refuerzo de su maquinaria de guerra defensiva le vendría dado por la construcción de un revellín en su lado Este (abierto al puerto), a finales del siglo XVI y principios del XVII, obra de Luis Gonçalves Cota.
Un segundo refuerzo se añadiría entre 1756 y 1763 -al participar Portugal en la Guerra europea de los Siete Años-, consistente en tres baterías exteriores -donde ya había sido colocado el revellín-, obra de João Leite de Chaves. La estructura del Fuerte no se modifica en su interior, lienzos y baluartes, sino que únicamente se “blinda” en el espacio vulnerable del puerto, permitiendo la colocación del armamento cada vez más potente de defensa artillera.
Será con motivo de las Guerras Napoleónicas cuando se le dote de otros añadidos, esta vez completando la defensa en la zona este con nuevas cañoneras, además de la construcción de tres baterías acasamatadas en el Suroeste, Sur y Sureste, un almacén abovedado, seis polvorines y un foso terrestre en todo el perímetro del Oeste y el Norte (elemento este último que fue eliminado durante la I Guerra Mundial), obra del ingeniero Francisco Borges da Silva.
Pero, a diferencia de la mayoría de las fortificaciones abaluartadas, no pierde su uso militar tras los conflictos bélicos del siglo XIX, sino que incluso durante la II Guerra Mundial será un elemento defensivo de consideración, que trata de evitar la utilización de este espacio estratégico isleño por las Potencias del Eje (Alemania e Italia). Se construyen túneles y refuerzos antiaéreos en las terrazas, que sin desvirtuar el trazado original adaptan el Fuerte a la ofensiva aérea y naval de la época.
Ahora, su utilización como Cuartel General se conjuga con la de Museo, dotado de exposiciones temporales renovables, así como armamento, utensilios y aparatos de los cuerpos de artillería, ingeniería, intendencia, telecomunicaciones, servicios sanitarios militares, etc., a lo que se une la posibilidad para el visitante de recorrer sus paseos de ronda, explanadas, baluartes…


Ello hace de este Forte de S. Brás un ejemplo de uso permanente en el tiempo, con la evolución lógica de los avatares históricos de cada momento, que ha de servir de ejemplo para todos. Ejemplo al no alterar el legado monumental, al mantener un uso práctico y al conjugarlo con el museístico y de disfrute ciudadano abierto, sin las restricciones y alteraciones que suele suponer la conversión en meros espacios de hostelería y restauración, que es una tentación a la que muchas veces se sucumbe, por no hablar de los frecuentes abandonos que llevan a la degradación.

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