jueves, 5 de septiembre de 2013

EL IRRESISTIBLE ATRACTIVO DE LOS MERCADOS
Antiguo Mercado de Badajoz (hoy en el Campus Universitario )
Moisés Cayetano Rosado

De joven, visitaba con frecuencia el mercado de abastos de Badajoz. Aquel edificio metálico de los tiempos del Modernismo, que ahora se arruina en el Campus Universitario de la ciudad. Olía a fruta y a verdura, a pescado fresco y a carne troceada. Y en los alrededores, por las calles estrechas del corazón del Casco Antiguo, se desparramaban las tiendas con sus productos en la calle y su aroma de especias, voces de vendedores y risas de chiquillos.
La ciudad se quedó sin el mercado, aunque se infló de grandes superficies comerciales, con música ambiental -a veces tan insoportable- y megafonía informando machaconamente de ofertas, con esa voz que te recuerda a las llamadas de la hora de la siesta ofreciéndote que mudes de compañía telefónica, a cambio de gangas increíbles.
Hace un tiempo se creó una “Plataforma pro Mercado de Abastos” y lucha en medio de las incomprensiones oficiales, que están por la labor de esa “modernidad” de los grandes almacenes de firmas poderosas, extensoras de tentáculos por lo largo del mundo.
¡Cómo añoro aquel mercado provinciano tan bien abastecido, tan variado en productos, vendedores de atención familiar! Un poco nos consuelan los concurridos mercadillos semanales, pero ya no es lo mismo. También los tienen esas otras ciudades que siguen manteniendo su mercado, su plaza de abastos con un sabor inalterable.
Gran Bazar de Estambul (Turquía)
Zoco de Marraquech (Marruecos)
Ahí los zocos laberínticos, que alternan los espacios cerrados con calles abiertas, plazoletas y rincones, para darnos envidia a los que gustamos de interminables tiendecitas. Desde el lujoso Gran Bazar de Estambul, al populoso, interminable zoco de Marraquech o el no menos inabarcable de Tetuán, por donde últimamente he paseado, comprado, como si estuviera en un cuento de las Mil y una Noches, entre las sombras de mujeres envueltas en ropajes imposibles y vendedores que disponen de todo el tiempo para atenderte sin la mínima prisa.
Zoco de Tetuán (Marruceos)


Ahí ese humilde, caótico mercado, entre al aire libre y edificio basilical, de Santo Domingo, donde reina la venta de pollos hasta hacernos temer se acaben por el mundo, y al que vienen cada día a comprar en sus desvencijadas camionetas los haitianos vecinos.
Mercado de Santo Domingo (República Dominicana)
O ese otro de Cuenca, la hermosa ciudad de Ecuador, Patrimonio de la Humanidad, que es toda una explosión multicolor, multiolor, multisabor de frutas como en parte alguna he podido encontrar.
Mercado de Cuenca (Ecuador)
Mercado de La Boquería. Barcelona (España)
Pero sin ir tan lejos, nuestra Península sigue llena, por fortuna de mercados. Ciudades, pueblos incluso de los más pequeños, tienen la suerte de gozar aún de este elemento que devoran las grandes superficies, sin poder ofrecer su cercanía, calidez e incluso calidad.
Siempre me atrajo “La Boquería”, en las Ramblas de Barcelona. Tan completo, inmenso, colorido…, donde se encuentra lo mejor, venido de todos los lugares más dispares a través del gran puerto cercano.
Mercado de Cádiz (España)
O el de Cádiz -¡oh, los mercados andaluces!-, rebosante de esos pescados y mariscos de la Bahía, que perfuman sus instalaciones. Algo que también pasa, por ejemplo, en Setúbal, con su hermoso y renovado Mercado do Livramento, original como pocos, con esas gigantescas esculturas alusivas a los trabajos relacionados con la pesca, la agro-ganadería, el comercio… diseminadas por sus instalaciones, y la magnífica azulejería de la entrada.
Mercado de Setúbal (Portugal)

Cada ciudad merece conservar su mercado, reinstalarlo si un día lo perdieron en aras del confuso, equivocado, “signo de los tiempos”, que devora tantas veces lo mejor de nuestras señas de identidad.

2 comentarios:

  1. Querido Moises, tienes razón, pero creo que el éxito o no de la institución Mercado de Abastos, no esta directamente relacionado con el impulso, que desde lo público,(Ayuntamientos) se quiera dar a ese mecanismo de venta.Indudablemente desde un punto de vista ideológico, el Mercado de Abastos produce una concurrencia mercantil más "democrática", que la concentración oligopolista de las grandes superficies,sin embargo ¿Porque en algunas ciudades sigue funcionando con éxito y en otras no?.
    No tengo una opinión clara,al respecto, aunque yo lo achaco fundamentalmente a ciertas carencias en la cultura gastronómica de los ciudadanos, antes de a un problema de política municipal.
    En general los mercados se mantienen con buena salud en zonas de alto nivel gastronómico,(se me vienen a la cabeza mercados alucinantes para un glotón como yo:San Sebastian, Barcelona, algunos de Madrid, los gallegos en general..etc), sin embargo han desaparecido en nuestra región, con independencia de la gestion municipal,en Badajoz que tenia dos mercados, al intento voluntarista del Ayto de abrir uno en Pardaleras cabe de calificar de fracaso, en Merida no saben que hacer con el de Calatrava,o el de Almendralejo que se va a reconvertir en nose sabe que).
    En mi reflexión sobre la ciudad este es un tema que siempre he considerado interesantísimo y es el tema de la Tesis doctoral de mi compañero Julian Prieto, que aunque inacabada, recoje mucha información sobre las posibles causas de la crisis deestla institución comercial.
    Un abrazo.

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  2. Muy interesantes tus apreciaciones, Jorge. A ver si Julián se anima a acabar su tesis (o por fin escribe un artículo largo parta la Revista de Estudios Extremeños que me tiene prometido). Sin embargo, es curioso que en Badajoz hayan fracasado sus mercados y en cambio triunfen dos mercadillos semanales multitudinarios.
    Un abrazo.

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