jueves, 17 de octubre de 2013

EL TREN ILUMINADO
(El tren Badajoz-Elvas por el viejo campo de batalla)

¿Qué transporta ese tren -que ilumina el sol de la mañana- por esa vía tan olvidada que nos lleva desde España a Portugal, más brevemente: de Badajoz a Elvas?
Cada día, oímos su silbido y su traquetear desde que sale de la estación, a un par de kilómetros de distancia desde donde vamos internándonos a Portugal, en ese triángulo que forman Badajoz-Elvas-Campo Maior. Muy lentamente, se aproxima arrastrando vagones como si fuera un regueiro de formigas.
Nos da tiempo de verlo pausadamente en la explanada que un día se ensangrentó  (Batalla de la Gudiña, o de Caia, de 7 de mayo de 1709, durante la Guerra de Sucesión a la Corona española; entre dieciocho y veinte mil contrincantes por cada lado) con unos dos mil muertos y otros tantos heridos, fundamentalmente portugueses y españoles,  más sus respectivos aliados ingleses y franceses.
Ahora, en el otoño, acaban de recoger el maíz y el campo espera nueva siembra. Es una tierra fértil, que se riega generosamente con el agua abundante del Barragem do Caia. Ese cañaveral junto al vagón de cola delata la humedad; como el herbazal de la parte inferior, por donde discurre una acequia que siempre lleva agua.
Es también zona de espárragos, romazas, cardillos, cardos, ajos porros, verdolaga, mora silvestre, hinojo…; liebres, palomas, tórtolas, garzas, patos, garcillas, mirlos, grajos, toda clase de pájaros… Y de salidas y puestas de sol extraordinarias, que doran la planicie. ¡Qué humilde, sencillo y envidiable Tesoro de la Raya!
¿Cómo lo verían los batallones enfrentados que forrajeaban por allí (los anglo-portugueses, comandados por el Marqués de Fronteira y el Conde de Galway; los españoles, gobernados por el Marqués de Bay), disputándose el terreno hace más de trescientos años?
Bajorrelieve Marqués de Bay en la Parroquia de San Agustín (Badajoz)
El tren nos da una imagen de paz; sereno, pausado, puntual y tranquilo. Solitario. Iluminado en su costado. Rompiendo con su trajín el silencio de la mañana, que luego irá poblándose con el faenar de las aves y de la maquinaria que de continuo cambia  el contenido agrario del paisaje.

MOISÉS CAYETANO ROSADO

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