ESTILO
IBARRA
Moisés
Cayetano Rosado
Lo de Guillermo Fernández Vara en el gobierno
extremeño fue como un paréntesis en las actitudes-tipo del gobernante regional
que parece tienen en José Antonio Monago un seguidor fiel del estilo Rodríguez
Ibarra: contestón, desplantador, amigo de los grandes titulares y dispuesto
siempre a epatar a propios y ajenos,
a todo el que se ponga por delante.
“Aquí mando yo y se hace lo que mande mi genio
e ingenio”, parece que dicen el uno tras el otro. O el uno y el otro, porque la
retirada del poder no impide al que se fue del poder seguir largando a su modo
y su manera.
En este complejo soterrado de minusvaloración
que tenemos las regiones relegadas en los indicadores de progreso, es como una
bocanada de aire fresco que el que nos representa saque pecho y le tuerza las
ideas hasta a sus propios compañeros en las más altas instancias del Estado.
Que se niegue a aplicar medidas aprobadas en el Gobierno central, haciendo
valer el valor de la soberanía regional.
Y eso, claro, da popularidad, hace que nos
identifiquemos con el que sabe sacudirse la ceniza que nos ha ido convirtiendo
en Cenicientas, otorgándoles una autoridad incontestable, que incluso se respeta
por los que han sido contravenidos en los planteamientos con valor para el
conjunto nacional.
¿No han visto algunos perros pequeñitos (perdón
por la comparación) que se enfrentan a otros más corpulentos, sacan los
colmillos, se echan para adelante y consiguen que el mayor recoja velas? ¡Pues
una cosa parecida!
Bien que le fue con este estilo a Rodríguez
Ibarra, que aún sigue arrancando adhesiones con sus declaraciones a
contracorriente. ¡Bien que le va a Monago copiando la fórmula cada vez que -sin
remover cimientos, claro- se le pone la situación a tiro!
Como Fernández Vara quiera que lo suyo no sea
solo el paréntesis que fue, ya puede ir haciendo zancadillas por Madrid y
disparando al “aparato” del partido, poniendo gesto de un enfant terrible e ingeniándoselas para lograr los titulares más
controvertidos en la prensa sensacionalista, que es la que arrastra votos.
Utilizar la inteligencia racional y no la inteligencia emocional, sirve para
que te consideren una buena persona, pero no para allegar los votos al morral.
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