lunes, 31 de marzo de 2014

CORRALES DE COMEDIA
MOISÉS CAYETANO ROSADO
Cuando yo era pequeño, en varios corralones de mi pueblo se representaban obras de teatro. ¿Cómo había perdurado esa costumbre a lo largo de casi cuatrocientos años, y luego desapareció completamente con aquel cambio brusco que llamamos el “desarrollismo europeo de los años sesenta” del siglo XX?
Los corrales de comedia fueron un modelo de recintos para la representación teatral que surgen en el siglo XVI, se desarrollan principalmente en el siglo XVII, perviviendo en el XVIII (y residualmente dos siglos más).
Venían a ser grandes patios interiores de edificios vecinales, posadas y mesones propios de las grandes ciudades españolas, y en las zonas rurales corralones de casas de labriegos. Allí se ponía en escena la dramaturgia del Siglo de Oro español, siendo los autores más representados Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de Molina, pasándose de la tragedia al drama, a la comedia, y de la representación religiosa a las obras profanas, ganando variedad, desenfado y adeptos la representación pública.
En cierto modo, cumplían una función de socialización, de encuentro vecinal, llegando incluso a ser una especie de “foro de opinión”, fundiendo lo que se representaba con lo que se vivía, algo no podía ser del agrado de las autoridades, aunque Felipe III y Felipe IV los apoyaron decididamente.
Oficialmente se decreta el cierre de estos corrales de comedia en el siglo XVIII, dando paso a los edificios específicos de representación, a la manera italiana, primero de tipología renacentista y luego barroca y rococó, algunos de gran vistosidad y lujosa monumentalidad.
Famosos fueron en la Edad Moderna los corrales de Valladolid, Valencia, Toledo, Granada…, si bien destacaban los de Madrid, y dentro de la capital el popular Corral de la Pacheca, administrado por la Cofradía de la Pasión, institución de beneficencia pública, que obtenía importantes recursos de las representaciones teatrales. A él sucedió en importancia el Corral del Príncipe, cercano al anterior, que pasa a remodelarse en 1745, llamándose Teatro del Príncipe; en 1802 -tras incendiarse- se convierte en el Teatro Español, entrando en funcionamiento en 1849, y manteniéndose con remodelaciones hasta la actualidad.
Plaza emblemática de Almagro. Ciudad que conserva en activo su Corral de Comedias.
De esa época gloriosa de la Edad Moderna se conservan aún instalaciones parciales, como el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, pero sobre todo permanece completo el Corral de Comedias de Almagro (en la provincia de Ciudad Real). En él, anualmente se celebra el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, además de estar abierto a la visita turístico-cultural todo el año.
La frescura, espontaneidad, mezcla de grupos sociales que se daban en los corrales de comedias, se perdieron en los teatros aparatosos de los siglos XIX y XX. Pero en los pueblos, nuestros pueblos pequeños y olvidados, se conservaron con su frescura y espontaneidad, incluso en los años oscuros del franquismo.
Llevábamos nuestras sillas de casa, y llenábamos de algarabía los corrales de piedra y tierra de la vecindad, disfrutando con el voluntarioso hacer de unas compañías nómadas que improvisaban actuaciones, con base a unos libretos que heredaron de nuestra época brillante, la del Siglo de Oro y de la Ilustración.

La modernidad del “desarrollismo” fue haciendo que esta afición comunitaria se reemplazara por otras diversiones. El cine y la televisión ocuparon el hueco de aquellos corralones y su bullicio comunitario, popular. Hoy en día, con los ordenadores, los superteléfonos/supertodos, etc., las nuevas generaciones ni podrán imaginarse lo que supusieron esos recintos tan humildes y aquellas comedias que encendían nuestras vidas.

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