ÉVORA, PATRIMONIO MUNDIAL AMURALLADO
Moisés Cayetano
Rosado
Con 50.000 habitantes, Évora es el mayor municipio de Alentejo y su capital geográfica.
Desde 1986 ostenta el título de Patrimonio
de la Humanidad por su Casco Histórico, que Elvas logró para su guarnición
fronteriza y fortificaciones en 2012.
Distante a 100
kms de Badajoz, si venimos por Evoramonte nos encontramos con las majestuosas murallas del s. XIV, y de frente el acueducto de Agua de Prata, de 1537,
que se interna en la ciudad por la rua do Cano. Si accedemos por
Redondo, a la izquierda tenemos la muralla
abaluartada del s. XVII, delimitando al jardín público, donde está el
palacio del rey don Manuel, del s. XVI, y unas curiosas y románticas ruinas fingidas. Más al centro: restos del amurallamiento romano del s. I, reforzado
por los visigodos.
"Encuentro" de la muralla medieval y la abaluartada |
Aquí tenemos de todo y ejemplarmente conservado. Un
modelo de armonía constructiva, respeto por el medio urbano, buen gusto y
cuidado colectivo. En el medio de esta especie de “concha de tortuga” que es el
casco antiguo vemos un exento templo romano del s. II, de capiteles corintios,
probablemente consagrado a Diana. Al lado, la
catedral, gótica de transición, que presenta al exterior dos poderosas
torres con remates cónicos: ningún edificio le supera en altura y desde los
alrededores es lo primero que vemos de Évora, que se derrama como “tienda de
campaña”, con vértice en las torres catedralicias.
El interior de esta catedral, la mayor de Portugal,
presenta tres naves que son un compendio
de estilos, desde el románico tardío al barroco, y su cúpula octogonal
sobre trompas es una de las más bellas del país. No podemos perdernos la visita
al claustro gótico, al museo catedralicio y a la sillería renacentista del
coro, que convierten al conjunto en uno de los tesoros artísticos más completos
del país.
Desde ahí, debemos bajar por la rua 5 de Outubro
-llena de encantadoras tiendas de artesanía y restaurantes acogedores- hasta la
Praça do Giraldo, bulliciosa
siempre, lugar de reunión y centro de compras. Hermosamente porticada,
tiene casi al centro una fuente monumental de granito hasta donde llegaban las
aguas del acueducto.
Interior de la Iglesia de S. Francisco |
De ahí podemos bajar a la Iglesia de San Francisco, parando antes a observar por fuera la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, de
tipo renacimiento italiano, con fachada de granito y decoración insólita de
atlantes en sus extremos superiores. La de San Francisco es espectacular, con
portada manuelina e interior de inmensa nave con bóveda ojival. A un lado, se
encuentra la Capela dos Ossos,
capilla de los siglos XVI y XVII ornamentada en pilares y muros con la osamenta
y cráneos de unas 5.000 personas; por encima de su pórtico hay una frase que es
todo un resumen de la reflexión que los frailes querían transmitirnos sobre la inconsistencia
de la vida: Nós ossos que aqui estamos, pelos vossos esperamos.
Volviendo otra vez al norte por las estrechas calles
de esta ciudad radiocéntrica, entre
nuevas iglesias, palacetes y rincones pintorescos, llegamos al Largo da Porta de Moura, una
amplia plazoleta con fuente y abrevadero de mármol en estilo renacentista,
limitada al sur por la casa Cordovil,
con elegante terraza de arcos geminados y tejado almenado, rematado en flecha
cónica, de estilo árabe.
Un poco más arriba, entre un derroche monumental que
no podremos atender del todo, está la Universidad.
Fundada en 1559 por el cardenal D. Enrique (después Rey de Portugal), fue
entregada a los jesuitas, que la dirigieron durante doscientos años, hasta su
expulsión. De puro estilo renacentista italiano, se ordena alrededor de un
claustro central porticado, al que se abren las aulas que aún mantienen
preciosos púlpitos de madera y revestimiento en sus paredes de azulejería con
motivos de las materias que allí se enseñaban.
Dulcería en Évora |
Cuando llegue la hora de comer, no es
mala opción acercarse a la Adega do
Alentejano, al Café Alentejano o
al Fialho (por citar solo tres de los múltiples y
deliciosos pequeños restaurantes de la ciudad). Sirven estupendos
entrantes, de aceitunas, queso, farinheira,
diversas ensaladas y buen vino de la casa. Luego açorda alentejana (con huevos escalfados, cilantro, pan duro
y ajo), ensopado de borrego, asados de carne, bacalhau
no forno, y
pastelería casera: necesario aporte en calorías para el trabajador del campo y
para el turista “buscador de tesoros” fatigado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario