PARADA Y
FONDA EN ESTREMOZ
Moisés Cayetano Rosado
Estremoz es una
de las poblaciones más vistosas del Alentejo. Con origen en una alcazaba
medieval del siglo XIII, está a 54 kms. de Badajoz, quedando al lado de la
carretera y autopista de Lisboa; si venimos del norte, de la Serra de San
Mamede, es la encrucijada de los caminos hacia el oeste (Évora, Lisboa...),
al sur (Monsaraz, Beja...) y al este (Borba, Elvas, Badajoz...).
La torre del
homenaje de su castillo medieval (hoy Pousada: Parador español)
tiene 27 metros de altura y está construida en mármol de las canteras
que cubren la comarca. En el segundo piso hay una sala octogonal de ventanas
trilobuladas, y coronan la construcción pequeños merlones piramidales. A su
alrededor, el legado histórico-artístico es importantísimo: Sala de Audiencias del rey Don Dinís, con
bella columnata gótica exterior y bóveda interior estrellada; iglesia de Santa María, del siglo XVI;
casas góticas y manuelinas; callejuelas estrechas, y Museo Municipal, con
valiosos restos arqueológicos desde época romana y centenares de piezas de
cerámica policromada de los siglos XVIII y XIX. Desde la explanada central de
este cerro dominamos la Serra de Ossa al sur y sureste, destacando el
castillo de Evoramonte y un denso encinar en el que pastan millares de ovejas.
La fortaleza
medieval está rodeada por una muralla abaluartada del siglo XVII, con 13 kms.
de perímetro, muy vistosa desde la carretera Badajoz-Lisboa, con cuatro
puertas de acceso, en uso: esta fortificación se encuentra entre las mejores de
la Raya en cuanto a monumentalidad y preservación, habiendo protagonizado
papeles de extraordinaria relevancia en las guerras peninsulares de la Edad
Moderna.
Desde ahí, bajamos por calles empedradas, a juego la
piedra negra, basáltica, de la calzada, con la increíblemente blanca, marmórea,
de las aceras: pocas poblaciones conservan tan pulcramente este pavimento
heredado de siglos; cuando llueve, su brillo le da un aire de cuentos
orientales.
Abajo está el Rossío,
inmensa plaza donde los sábados se celebra un concurrido mercado en el que
se pueden adquirir (junto a los productos de huerta de los alrededores, caza y
los más variados quesos artesanos, embutidos, etc.) toda clase de antigüedades
rústicas, libros de ocasión, así como animales de corral vivos. Pasear mientras
se saborea una fartura (churro de
gran tamaño y grosor) comprada en el mercado, es un delicioso “capricho” que no
nos debemos perder.
Ahí se encuentra la Câmara Municipal (instalada en el antiguo Convento dos
Congregados), de imponente fachada barroca, ondulada, en mármol blanco,
con azulejería de enorme belleza en sus escaleras, pasamanos y peldaños de
mármol y claustro renacentista. Se completa con un agradable Museu
Municipal.
Otro tesoro cercano al Rossio es la Igreja de S. Francisco, de fachada
rococó e interior románico tardío, con capillas góticas y renacentistas, que es
toda una lección primorosa de historia del arte. En nave lateral se encuentra
el túmulo de Vasco Esteves Gatuz, del siglo XIV, que es uno de los ejemplares
de arte gótico funerario más relevantes de Portugal,clasificado -como la propia
iglesia- Monumento Nacional.
Entre las callejuelas
laberínticas tenemos uno de los restaurantes
populares más prestigiosos del Alentejo: la Adega do Isaías; en el
interior, rodeados de grandes toneles de vino arrimados a la pared, podremos
saborear en sus mesas rústicas un delicioso arroz con lebre, una sopa de
espargos bravos, una açorda alentejana, un ensopado de
borrego o unas migas con carne de cerdo, sin rivales.
Muy cerca, otro restaurante familiar (de entre los
muchos que atesora la población) merece nuestra visita: Pixa Negra, que ofrece uno de los menús más económicos y completos
que nos sean dados a conocer, de alta calidad. Sus: sopa de grão com agriões y el caldo
verde, canja de galhina, bacalhau com patataa e cebolas, feijoada com
enchidos de porco, burras assadas... tienen
el encanto de lo tradicional, preservado en cocina sencilla, sabia,
tradicional..
Si el presupuesto diera para ello, no
estará mal dormir en la Pousada (de la Rainha Santa Isabel),
donde también se come extraordinariamente bien. Pero si no, hay un buen número
de hostales, limpios y cómodos, que nos dejarán satisfechos, al tiempo que nos
invitan a pasear por uno de los cascos históricos mejor preservados,
tranquilos, apacibles y relajantes de nuestro entorno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario