domingo, 24 de febrero de 2013


BADAJOZ 1811-1812. LOS ASEDIOS A TRAVÉS DE LA CARTOGRAFÍA

Autor: Carlos María Sánchez Rubio.
Edita: Servicio Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Badajoz, 2012. 185 páginas. Acompaña un DVD con los planos utilizados.


Carlos María Sánchez Rubio nos tiene acostumbrados a unas publicaciones rigurosas. Tanto como editor (de la empresa “4 Gatos”, dedicada a la edición, investigación, documentación histórica y producción de exposiciones) como investigador y divulgador: es coautor de “Planos, Guerra y Frontera. La Raya Luso-Extremeña en el Archivo Militar de Estocolmo” (Junta de Extremadura) y “Badajoz en el Krigsarkivet: el hallazgo de la visión más lejana” (Ayuntamiento der Badajoz) -Guerra de Restauração, de 1640 a 1668-; “Historia e Imagen de un asedio. Badajoz, 1705” (4 Gatos) -Guerra de Sucesión a la Corona española-, o el artículo -precedente del trabajo que ahora presenta- “Los asedios de Badajoz desde la cartografía” (monográfico sobre el Bicentenario de la Guerra de la Independencia, publicado por la revista O PELOURINHO), referido a los cuatro que padeció la ciudad entre 1811 y 1812, entre otras producciones.
La monografía “Badajoz 1811-1812. Los asedios a través de la cartografía”, que ahora nos ocupa, es un trabajo en el que se conjugan dos de sus grandes pasiones: la azarosa historia de Badajoz en la Edad Moderna y principios de la Contemporánea -envuelta en luchas de frontera-, y la cartografía, tan abundante como dispersa por archivos de toda Europa, en los que los ha rastreado con éxito.
El trabajo consta de nueve apartados, más una breve relación bibliográfica (me consta que ha manejado más publicaciones, pues ya las reseñaba con abundancia en el artículo publicado en “O Pelourinho”).
Tras una introducción sobre intenciones y valoración de los asedios (“la toma de Badajoz, junto con la de Ciudad Rodrigo, se convirtió en una obsesión para ambos ejércitos” -pg. 14-), pasa a una explicación detallada sobre la evolución histórica y la importancia de la cartografía como instrumento de información y propaganda (para “crear un estado de opinión favorable, mostrar el poderío militar propio o levantar la moral, como la simple transmisión de un hecho informativo, en nuestro caso el desarrollo de un asedio” -pg. 25-), y termina comentando sucintamente los planos que publica.
El tercer capítulo lo dedica a “La Guerra de la Independencia en Badajoz”, situando el papel relevante de la ciudad en el desarrollo de la Guerra “por ser la principal plaza militar de Extremadura y por su ubicación geográfica” -pg. 33-, pasando en los cuatro siguientes a desarrollar el contenido histórico y cartográfico de los asedios a la ciudad: el francés de 1811 y los tres aliados de ese año y de marzo-abril de 1812.
Aquí, Carlos María Sánchez Rubio despliega su conocimiento riguroso y capacidad interpretativa de los planos, mostrando una selección de la amplia producción de la época, a través de los cuales hila los acontecimientos vividos en la ciudad y su entorno. Toda la tensión de los contendientes, la angustia general, las estrategias enfrentadas y la dureza de las consecuencias, van surgiendo de la mano de estos documentos y de las memorias de los protagonistas, que va intercalando en las descripciones.
La importancia de la fortificación de Badajoz, sus deficiencias, las atenciones en su reparación y reforzamiento, por parte de los franceses que ocupan la plaza, así como el empeño aliado en los asedios -tan laboriosos en la zona ocupada por el Fuerte de la Picuriña y el Revellín de San Roque, al este de la ciudad, de los que se apoderan-, van apareciendo en las páginas del libro como en una sesión cinematográfica, a base de narración documentada y planos que son como viñetas sucesivas de la historia.
Un penúltimo capítulo nos sitúa ante las consecuencias de estas acciones sucesivas: “En tan sólo quince meses, Badajoz había sufrido cuatro asedios, dos de ellos victoriosos. Esta situación había provocado un despoblamiento general de la ciudad y unos daños estructurales elevados” (pg. 141), lo que vuelve a ilustrar con un último plano, “de obras que se executan y proponen en 24 de agosto de 1812”, de Domingo Luis del Valle (pg. 144-145). Antes habría analizado los de Lallemand y Collin, Manuel de Ynza, Baclesse, Houbloup, Manuel Fondós, Boyd y Leinster, Elphinstone y un anónimo, referidos a los distintos asedios.
Finalmente, vuelca en un Apéndice documental, seis interesantes documentos de los jefes intervinientes en los asedios y capitulaciones, que nos acercan de primera mano a la gravedad de los acontecimientos, de los que tan recientemente conmemoramos el segundo centenario y que Carlos María Sánchez Rubio ha contribuido eficazmente a esclarecer con sus publicaciones. Ésta es el broche de oro, y con ella el Ayuntamiento de Badajoz clausuró las Jornadas Multilaterales sobre la Guerra de la Independencia, celebradas en la ciudad en noviembre de 2012.
MOISÉS CAYETANO ROSADO

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